Un padre o una madre cuando ve que su hijo ya no es más un niño, y siente que debe hacerse adulto, ya no lo sobreprotege, puesto que si lo hiciera evitaría que su hijo madure. El hijo que va rumbo a la madurez, prueba el vino del bien y del mal. O sea, experimenta en su existencia cotidiana lo bueno y lo malo de la vida. Si aprovecha su tiempo para darse cuenta de sí mismo y de su entorno, y procura la transformación continua, entonces, podemos decir que está yendo por el “buen camino”. La transformación del ser y del mundo para el bienestar de todos es el deseo del ser humano en lo profundo de su corazón (Hay millones y millones de personas que están en ese camino). Pero si el hombre decide desviarse, tomando distintos caminos, él resuelve ir por los siguientes senderos: Del placer continuo y exagerado que genera, a mediano o largo plazo, el vacío existencial, la depresión, la soledad y la “pérdida del yo”; de la posesión mezquina de bienes que producen, a mediano o largo plazo, aislamiento, discriminación, odio, pelea, hipocresía y el “ser nada”; de poseer poder desmedido que genera, a mediano y largo periodo, la estupidez, el trogliditismo, la lucha fratricida y la deficiencia cognitiva; de la discriminación social y de raza, que produce conflictos, odios, y peleas; de la violencia que generan el dolor, las penas y el sufrimiento, y; por otros senderos conocidos por todos nosotros. Entonces, al tomar estos senderos el hombre decide por el sufrimiento.
¿Y por qué elige el hombre estos senderos, que después le provocan malestar? Él elige, porque son los de menor resistencia. Al principio le provocan placer y/o obtención de ganancias personales efímeras, pero, luego o más después, vienen las consecuencias nefastas (Guerras, conflictos raciales, crisis sociales y económicas, desequilibrio ambiental y geofísico, hambruna, etc.). Y paradójicamente, de esas consecuencias hay que echarle la culpa a alguien, el más cercano es Dios. A él se le echa la culpa de todo lo malo que nos ocurre (“castigo divino”), pero se olvida que el nos dio los recursos para vivir conforme deberíamos vivir (hasta hace cincuenta años la Tierra era todavía un paraíso para ser usado por el hombre, hoy con la contaminación mucho se ha perdido), y nos muestra de mil maneras el “buen” camino que deberíamos tomar (Llegaron al orbe el Cristo, Gautama, Krishna, y otros trayendo sus enseñanzas).
Alguien dirá: “Eso de que Dios esté con nosotros es pura mentira, a Dios no se lo ve por ningún lado, y si existe, es cruel porque se esconde”. Un padre o una madre conciente, que desea que su hijo sea un hombre, maduro y responsable, o sea un “hombre de bien”, no está a su lado físicamente, porque desea que su hijo haga su vida y muestre que él también puede manejarse solo. Si bien, en la dimensión espiritual, se puede afirmar que un padre o madre que ama a su hijo nunca lo abandona.
Si el Padre y la Madre hubieran desistido de este planeta, y realmente hubieran dejado solo a su Hijo (El hombre, la Humanidad), siendo él inmaduro, irresponsable, ignorante, estúpido, individualista, violento, discriminador, etc., etc., la Tierra, a estas alturas, sería un cadáver como su satélite, la Luna. Entonces, si la Tierra vive es porque el Padre y la Madre están ahí.
Y continúa la pregunta, ¿y por qué ellos no se muestran e intervienen en los asuntos humanos? Que pasaría si a unos padres se le ocurre sobreproteger a su hijo, haciendo todo lo bueno por él o haciendo de lado todo lo malo que le pueda ocurrir, seguramente tendría un hijo dependiente físico y psicológico hasta que ellos se “mueran”. El ejemplo que doy es simbólico, si bien en la vida real se pueden dar casos de hijos que son dependientes de sus padres hasta edades tardías. Entonces, existe la necesidad de que el Hombre transite solo por el camino del Bien y del Mal para que aprenda a ser un Ser Maduro, o sea responsable de sí mismo y de la sociedad.
Asimismo, existe la necesidad de que el Hombre aprenda a diferenciar la realidad de la irrealidad. Alguien no estará de acuerdo conmigo y dirá que a estas alturas el hombre ya ha aprendido bastante en discriminar la realidad de la irrealidad, puesto que posee una tecnología avanzada que le permite escudriñar hasta el último rincón del Universo conocido. Eso es parcialmente verdadero en la astronomía y la astrofísica. Pero pregunto, ¿qué pasa por ejemplo con el problema entre judíos y palestinos?, ¿por qué ellos, después de décadas –por no decir siglos–, de conflictos no se ponen de acuerdo? Y la respuesta es muy simple: Están en conflicto porque no quieren dejar de lado creencias religiosas y filosóficas obsoletas, que los envuelven y los marean. Y por si fuera poco, una buena parte de los dirigentes de ambos grupos están nadando en la irrealidad. Y en ese entorno hay también intereses económicos y de hegemonía política. Y así, dando vueltas al planeta seguramente daría ejemplos y más ejemplos de ese tipo, y este artículo se convertiría en volúmenes de libros. Entonces, en los ámbitos social, político, filosófico, religioso y psicológico el Hombre debe aprender a reconocer lo Real. El pasar de la irrealidad a la Realidad, le permitirá al Hombre conseguir la Libertad, por esto alguien dijo: La Verdad os hará libres.
Entonces, no culpemos a Dios (Padre-Madre) por nuestros errores y no creamos que él nos castiga; avancemos con plena confianza en la Vida y soportemos los dolores del parto de una nueva humanidad que nace.