LAS AMAN ZONTKS

Las amazonas fueron míticas mujeres que conformaron sociedades matriarcales durante periodos prolongados en distintas partes del mundo. Hoy, "amazonas" son aquellas mujeres que luchan por la igualdad de derechos y por una mejor sociedad.

jueves, 31 de julio de 2008

Doris Lessing: Una Amazona en la Literatura


"La aportación que ha hecho Doris Lessing a la condición de la mujer desde la literatura es insuperable" Marta Pessarrodona, escritora española, en Libros/Más que palabras.

Doris Lessing:

Doris es una mujer ejemplar que ha mostrado al mundo de varones y mujeres, de manera tenaz, el valor incalculable de la Vida Misma sobre las iniquidades humanas. Asi ella, hoy se siente satisfecha por la labor cumplida en este planeta. Ella es una "Amazona" porque a parte de su lucha constante en el ambito de la vida cotidiana, ha abierto un surco muy amplio y profundo en el mundo de la literatura, como mujer en primera instancia, y luego como escritora de gran valía. El Premio Nobel recibido por Doris Lessing no es nada más que el reconocimiento a una "Amazona" que revela el valor auténtico de la mujer.

En el campo de la literatura fantástica Doris Lessing ha escrito Shikasta, Canopus en Argos y otros, mostrando su amplia capacidad creativa.

Para saber más de Doris, ingresa a Magazine Digital, y conoce sobre su vida.

lunes, 28 de julio de 2008

Rigoberta Menchú: Una Amazona de los derechos humanos


Entrevista de la BBC a Rigoberta Menchú


Le ha tocado vivir, tiene una misión, pero en cierto modo también escogió esa lucha. ¿Cuándo fue ese momento, ese cambio de pasar de la vida de Rigoberta Menchú individual a la vida de Rigoberta Menchú para los demás?


Creo que siempre fue dual mi vida. Yo nací en el campo, jugué como todas las niñas, hice los trabajos más duros y sin embargo siempre acompañé a mi papá en las luchas de la comunidad.
También acompañé a mi mamá a cortar las plantas medicinales porque ella era comadrona. Toda mi vida fue tejiéndose, y no necesitó un espacio preciso.
Hay cosas que ocurren en una fecha precisa, como me pasó el año pasado. De repente dije, nunca voy a tomar una copa de vino, una copa de alcohol, y yo sé que lo voy a cumplir ¿Por qué? Porque he visto a tantos jóvenes, a tantas familias con mucha violencia intrafamiliar y no quisiera terminar en esa situación.
O sea, cómo predicar y vivir a la vez. Yo siento que eso en cualquier momento uno puede hacerlo.

Llevan levantados desde las 5 de la madrugada, y está todavía hablándome con la misma mirada, que supongo que desde su infancia, desde que decidió luchar por los demás tiene en los ojos. ¿De dónde obtiene esa energía?

Bueno, yo creo en el más allá, en el Ahao, en el creador, en las energías del cosmos. Intento manejar mi vida en armonía con las energías que me rodean. Siempre me doy cuenta de una mala cara, de energías negativas, pero intento cultivar también las energías positivas.
Lo que usted no me ha preguntado es cuánta gente tuvo una mala impresión de mí hoy. Empezando por usted. Cuántas horas usted me siguió para que pudiéramos conversar con relativa calma digamos. A veces uno no termina de atender todo. Sin embargo, pienso que es la interacción de la vida.
Yo soy gente normal. Mañana me voy, quisiera llegar a ver si comió mi hijo. Yo cocino. A ver si salgo en un programa de televisión cocinando un plato Guatemalteco. Hago un poco de todo, y la energía yo creo que la podemos cultivar desde la espiritualidad. Un momento de concentración.

"Recuerdo los pies cuando a uno le salen hongos y uno camina en el lodo con bastante sufrimiento" Hay una terapia muy hermosa en la cultura Maya. Tú solamente te concentras en donde sale el sol, y pedís las energías, la luz, el calor, la claridad. Te concentras donde cae la noche y te imaginas los ancestros que allá están, que te miran, te entienden. Pedís su claridad y en una concentración rápida uno se llena de nuevo de energías para volver a empezar.


Y yendo un poquito más al pasado. Vayamos a la infancia de Rigoberta Menchú y a ese pueblo donde en un momento todo parecía bonito aunque la realidad era muy diferente. Había violencia, había impunidad. ¿Cómo le trataban sus padres para que no se diera cuenta de lo que le rodeaba en su pueblo natal?


Bueno, mis padres me trataron como a un niña normal, y yo creo que nosotros tenemos que tratar a nuestros hijos de lo más normal posible, independientemente de los ambientes en los que estamos.
Yo nací una niña normal, muy curiosa, probablemente muy atrevida, no muy hiperactiva, más callada que ahora. Y mis padres siempre me contaron cuentos, de la montaña, de los cerros, de los ríos, una fantasía verdaderamente distinta.
Yo disfruté mucho mi niñez y seguramente hice tantas travesuras que mis padres en algún momento me habrán dado unos chicotes, me habrán dado un regaño fuerte y seguramente me habrán corregido. Yo nunca concibo un niño que no sea corregido.
Nací en la oscuridad, digo, a las 4 de la tarde. En ese bosque nuboso empieza la noche y amanece bastante tarde y además llueve mucho. Recuerdo los pies cuando a uno le salen hongos y se camina en el lodo con bastante sufrimiento. Yo pienso que hoy por hoy no volvería a vivir así porque no aguantaría digamos.
Tal vez ya tengo reumatismo, ya tengo intoxicación porque como a destiempo. O sea, tengo una vida de desorden que nos quita la respiración, nos quita la calidad de vida. En cambio, en mi pueblo se comía yerbita y tortillas, pero se comía a tiempo. En fin, yo pienso que nunca renuncio a una cosa u otra. Yo disfruto toda la vida y me alegra mucho dormir con esa sensación de alegría.


Y todo esto viene del premio, o lo que otros llaman el castigo Nobel, lo que le ha dado esta condición de vida desordenada y también de protección. En cierto modo, el premio Nobel le ha supuesto que la vida de peligro que llevaba antes de obtenerlo, pues se haya tranquilizado un poco - aunque sigue recibiendo amenazas-. ¿Cómo se vive luchando por los Derechos Humanos y recibiendo a diario amenazas?


Yo pienso que hemos trabajado mucho en contra de la impunidad. Es un pacto de vida que yo he hecho de luchar toda la vida contra la impunidad. No es una lucha de un día, y mientras viva, yo lucho contra la impunidad.
Sé que la lucha no se dice sino que muchas veces hay que protagonizarla. Tenés miedo ¿no?, pero tenés que estar en frente de un tribunal, tenés que estar haciendo un trabajo profesional, tenés que ser muy minucioso para poder dar pruebas y no calumniar por calumniar. Entonces es un trabajo muy técnico también.
Un guía espiritual me dijo una vez "Rigoberta has ganado muchos trofeos internacionales. Hoy te toca ganar los trofeos espirituales que tenés que tener".
Si no tenés una dosis de espiritualidad en la vida, tus trofeos materiales te causarán mucho desequilibrio en la vida", y yo le seguí sus consejos. Por eso es que creo que la dosis más grande que nos dan las culturas ancestrales es la humildad.


¿Ha querido en algún momento bajarse del tren que la vida ha creado para usted?

Todos los días. Todos los días siempre hay alguien a quien que le digo "disculpe, no puedo hacer". Pero la gente no entiende, entonces como que tengo que pasar rápido. Porque hay un momento en que uno se cansa.
Pero esto es humano y yo creo que la gente tiene que ver a uno como normal y no como algo anormal. Es normal que uno se enoje, es normal que uno le haga una mala cara a alguien si realmente se siente mal ¿no?.
Entonces, yo soy una persona que intento hacerlo bien. Mucha gente cree que soy inaccesible, pero es porque veo una vez al año a las personas. Pero cuando trabajo con ellos todos los días, saben que soy muy exigente, pues también se quieren escapar de mí. Sí, realmente tampoco puedo decir que soy una "paloma blanca". Si fuera paloma blanca me habrían hecho frito y me habrían comido viva.

Supongo que el hecho de tener a alguien que proteger, un hijo, este hecho cambia la perspectiva de la vida?

Mis espíritus, mis nahuales, como se dice en Maya, me han castigado mucho. Primero, porque yo soy una persona que realmente ha llorado mucho; mucho, mucho, mucho, no poquito, porque he vivido cosas donde uno puede encontrar la muerte más cerca.
Sobretodo cuando tienes un hijo, cuando tienes una familia, cuando tienes otras personas contigo, a uno le entra siempre el temor y dice "si a mí me pasa algo, ¡Dios, que va a pasar con mi hijo!. Uno se vuelve protector.
En esa misión de protector, muchas veces uno sufre en silencio, porque tampoco quiere infundir miedo en los demás, pero no deja de preocuparse por eso.
A mí me pasa eso, me han pasado muchas tristezas. Sin embargo, cuando veo que la vida camina. Hoy mi hijo veo que ya es muy gordito, muy alto, tiene ya 11 años, y veo que es un muchacho ya que hace las cosas por su cuenta, entonces también entiendo que la esperanza es ver que crezca y que sea feliz. Uno relativiza.
Pero sí. La angustia de una madre es muy fuerte en este tiempo, no sólo por ser Guatemalteca, ser Maya, sino en cualquier lado los peligros están.
Yo siembro muchas flores en mi casa, y no todas las flores retoñan, pero eso me obliga a volver a sembrar una vez más y una vez más, hasta que pueda. Así que muchas veces el contacto con la tierra, el escarbar la tierra con la mano te ayuda a ser gente y te ayuda a ser persona normal.

Fuente: BBC

viernes, 25 de julio de 2008

Domitila Chungara, una Amazona de las "Luchas Sociales"

Por Eduardo Galeano
Recuerdo una asamblea obrera,en las minas de Bolivia, hace ya un tiempito,más de treinta años:una mujer se alzó, entre todos los hombres,y preguntó cuál es nuestro enemigo principal.Se alzaron voces que respondieron “El imperialismo”,“La oligarquía”, “La burocracia”…Y ella, Domitila Chungara, aclaró:"No, compañeros.Nuestro enemigo principal es el miedo,y lo llevamos adentro".Yo tuve la suerte de escucharla. Nunca olvidé.
Fuente: htpp://www.mujeresdefuego.blogspot.com
Domitila Chungara fue una mujer minera que se enfrentó a la dictadura, y supo mostrar el valor y la fuerza de la mujer. Ella, como mujer-líder, dirigió a un grupo de mujeres, con quienes generó un movimiento social que condujo a la renuncia de Hugo Banzer.
Conoce más a Domitila en: Nuevo Periodismo Punto Com 

miércoles, 23 de julio de 2008

Francisco de Orellana descubridor del Amazonas y conquistador soñado de la Amazonia




Escrito por Rubio de Orellana-Pizarro, Rosario

Francisco de Orellana, recordado como descubridor del Amazonas y olvidado como descubridor de la Amazonía, su soñado conquistador. Descubridor en Nicaragua y Guatemala y protagonista de tantos hechos que, no obstante, su propio brillo, fueron, al parecer, nublados en la memoria por el de la hazaña del Amazonas. Tales como el de Capitán en la Conquista del Perú y más tarde en su defensa frente a la gran Rebelión Inca; fundador de ciudades entre ellas la de Santiago de Guayaquil en cuyo último centenario se le recordaba gloriosamente y, del que se decía, ser digno destinatario de aquella frase del cronista: "Ningún conquistador de cuantos militaron en las Indias ensangrentó menos la espada que Francisco de Orellana"; acompañante de Gonzalo Pizarro en la expedición a los quiméricos países de "La Canela" y "El Dorado". Ilustrado, cuyo conocimiento de las lenguas de los indios le facilitaría el trato pacífico y amistoso con muchos de aquellos.

Se pretende no tanto la mención de aquellos hechos, sino recordar el espíritu que los presidió, inspiró e impulso: la generosidad y el desinterés; jamás la codicia o deslealtad.

Hablamos de Francisco de Orellana, hidalgo extremeño, uno de los nombres más destacados de la Conquista de América, tan conocido por sus hazañas del descubrimiento y navegación del Río Amazonas y tan desconocido por otras muchas y los altos fines que las inspiraron.

Un tipo de hidalgo del lugar y de la época, que se corresponde con el arquetipo del conquistador; inadaptado a la rutina del lugar, más ilustrado con frecuencia de lo que se piensa, lo que sería su caso y que a diferencia de sus antepasados, creadores de insignes linajes, -el suyo, en su tiempo, el más poderoso de Trujillo-, no podían desarrollar actividades militares en suelo peninsular, la Reconquista estaba terminada, las guerras civiles que habían asolado, y arruinado, a Castilla erradicadas y zanjadas por la autoridad y buen gobierno de los Reyes Católicos.

Su proyección podría ser aquél Nuevo Mundo del que llegaban noticias prodigiosas. Pronto empezaría a decirse del destino de los segundones, aquello de “Iglesia o Mar o Casa Real”. En el mar, cruzado el Mar, había un porvenir para quienes les vendría estrecho el inmediato futuro que se les presentaba.

La aventura de las Indias ilusionaría a muchos de ellos. Potenciaría sus cualidades y asumirían otras nuevas fruto de toda actividad creadora.

En el caso de Francisco de Orellana así fue. Toda su trayectoria estaría marcada además por un espíritu de gran generosidad y entrega personal, como veremos, virtud egregia cuyo más visible sentido puede resumirse en la expresión “darse”; en todo momento y por todo y por todos así lo hizo.

Hacía 1521 desembarcaría, como tantos, en la zona de arribada principal: Centroamérica. A partir de ahí tras seguir las vicisitudes propias anteriores a cualquier determinación y oportunidad se inicia como descubridor en la propia región.

Primero sería descubridor en Nicaragua y Castilla del Oro, más tarde se le ofrecieron opciones más o menos tentadoras. Al final se decidió por otra que no figuraba entre aquellas, una empresa más aleatoria y peligrosa que cualquiera otra, más atractiva para él al tiempo que pensaba en la utilidad de su presencia en tan ardua tarea como lo sería la Conquista del Perú, acometida por Francisco Pizarro y sus hermanos, parientes suyos y con los que le unía la mejor relación.

Era muy joven cuando tomó parte en aquella y fue el entusiasmo de su juventud y entrega lo que acentuó la eficacia y el valor de sus intervenciones. Fue en la Conquista del Perú donde se desarrollo su formación militar, como oficial. En todas las acciones en las que intervino lo haría con gran fogosidad y arrojo lo que le convertiría en una muy valiosa ayuda y llamando la atención de Francisco Pizarro, al que su aprecio como un pariente incondicional, esta fue la razón de su incorporación, se uniría su estima de soldado.

Una flecha le haría perder un ojo en una de las refriegas en las que participó, falta que su galanura la supo hacer menor. Estuvo presente en los más importantes escenarios de la Conquista del Perú, entre ellos, como decisivo, el de Cajamarca.

Terminada la Conquista del Perú se instalaría como poblador en la villa del Puerto Viejo. Allí se siguió manifestando su actitud abierta de generosidad y ayuda de la que ya en ocasiones anteriores había dado muestra. De “vecino honrado” lo calificarían sus convecinos, expresión que más que propiamente un calificativo resultaría ser atribución y reconocimiento de una alta dignidad.

Decían las crónicas “Durante su residencia en aquella villa y puerto de Puerto Viejo, precisa recalada de la gente que de todas partes acudían al ruido de las riquezas del Nuevo Continente, su casa estaba abierta a los enfermos y necesitados y en ella encontraban albergue, comida, medicina y otros socorros”.

Allí en Puerto Viejo le llegaron noticias de la crítica situación por la que pasaban sus parientes los Pizarro. Francisco sitiado en Lima; sus hermanos también sitiados en el Cuzco, consecuencia de una insurrección general de los indios y que ponía en grave riesgo de sucumbir los españoles y su obra con ellos.

Ante esta situación abandona bienes, comodidad, tranquilidad, simpatías. Apresta ayuda y defensa, con hombres a su propia costa, corriendo presto al lado de aquellos, imponiéndose su generosidad y lealtad a las dificultades y distancia con todo el riesgo que aquella comportaba.

“Acorrió pues -dice el cronista-, a Don Francisco Pizarro en Lima y siguió luego en acorrimiento de los hermanos de éste en el Cuzco, donde rompió el cerco de los sitiadores atacantes”.

Tras pacificar Trujillo, también alzada contra los españoles, regresaría a su amado Puerto Viejo, del que nuevamente habría de salir para acudir otra vez en pos de los Pizarro participando en el bando de éstos en la decisiva Batalla de Las Salinas librada contra los Almagristas.

Finalizada aquella con la victoria de los Pizarro sobre los almagristas, le encomendó Francisco Pizarro la gobernación de la provincia de La Culata con cargo de Capitán General, región conocida por él de tiempo y en la que estaba situado Puerto Viejo, el lugar del que él era poblador y había sido fundador. Le encomendaba además la fundación de una ciudad. Orellana gozaba de fortuna y gloria, por lo que aceptar misiones de aquél orden se correspondía más con su buena disposición que con ninguna ambición; de nuevo aparecía, por encima de todo, su actitud generosa y desprendida.

La ciudad a fundar no sería otra que la de Santiago de Guayaquil, que constituiría un puerto muy estratégico para el desarrollo de la zona, de ahí la imperiosa necesidad de su creación, intentada dos veces, una por Sebastián de Belalcazar y la otra por Francisco Zaera.

La naturaleza era un obstáculo grave y difícil para su ubicación que él supo superar acertadamente. Previamente había que reducir a los belicosos huelcanvelican, lo que conseguiría combinando las armas y su poder de persuasión al que contribuía su conocido dominio de las lenguas indígenas.

Haría honor a la confianza que Francisco Pizarro le mostró de la seguridad de que en este caso prosperaría el intento, buscando el sitio idóneo en un lugar cuyo acierto en hallarlo sería decisivo y que resultaría ser una garantía de supervivencia. Puede decirse que en esta ocasión estaba en lo cierto, como lo muestra que en 1937, cuando se conmemorara el cuarto centenario de su fundación, el 25 de julio de 1537, celebrando destacados científicos lo acertado que resultó su emplazamiento en una zona tan difícil de hallar el adecuado.

Apenas transcurridos tres años, en febrero de 1541, volvería de nuevo a las actividades bélicas, para cambiar la vara de regidor de su muy querida ciudad de Santiago de Guayaquil por la espada de conquistador, movido por la causa de siempre. “El aliento que lo arrastraba por las grandes empresas -dice el cronista-, su acostumbrada nobleza por acorrer con auxilio a todos sus compañeros, en tratándose de sucesos que su ayuda pudiera propiciar, le llevó de éstas riberas - las del Pacífico-, a trepar la cordillera andina, ir a Quito, en donde el insigne adelantado Don Gonzalo Pizarro había menester de ayuda para acometer la nunca bien admirada y ponderada y llorada odisea hacía el oriente”. “A la titánica odisea se aprestó a ayudarle el fundador de Guayaquil y de Guayaquil llevó dineros, vituallas, abastos y también guayaquileros”. Todo ello le supondría un coste de más de 40.000 ducados de oro.

Esta sería la causa de éste nuevo capítulo de su vida , que empezaba en Quito adonde se trasladó y desde el que, en marzo de 1541 marcharía siguiendo, para alcanzarlo, a Gonzalo Pizarro que impaciente había partido ya de aquél lugar y al que se dispondría a ayudar en la gran aventura que Gonzalo Pizarro iniciaba muy preparada y numerosa compañía

Una expedición fantástica que lamentablemente se transformaría en expedición fantasma. Las calamidades y el fracaso haría que regresaran a Quito en agosto de 1542 los supervivientes de la descabellada aventura y que se reducía a la mitad de más de doscientos españoles que habían compuesto la expedición; ningún indio de los 4.000 que también fueron en ella regresó. Su objetivo era la conquista de el país de La Canela y Eldorado, el oro y las especias, obsesión de cuantos pretendían riqueza fácil y rápida, leyendas que la codicia las transformaba en espejismos, en realidad virtual, que diríamos hoy. La realidad real acaba sobreponiéndose a cualquier otra ficticia. No encontraron lo que buscaban pero si encontraron penalidades y sufrimientos derivados del medio hostil y distante en el que se adentraban, con sus provisiones agotadas y con la necesidad de avituallarse sobre el terreno. Terreno en el que no se advertía producción de vitualla alguna. Se encontraban en un infierno verde de ciénagas en el que sorprendentemente se daría una ventana a la esperanza al dar con la ribera de un río, “el Río Coca“, afluente del Napo, tributario éste del río Amazonas, a través del cual podrían explorar posibles fuentes de provisiones y hacerse con ellas. Harían falta los medios: una embarcación y un capitán de una “sui generis” hueste náutica.

La embarcación, se construiría en el propio campamento de Zumaco, un bergantín bautizado “San Pedro” y allí se botaría. El capitán de tan singular y vital misión: Francisco de Orellana. Así lo había decidido por unanimidad el Consejo que al efecto convocó Gonzalo Pizarro. Sus condiciones de buen militar, negociador prudente y elocuente lo hacían el más idóneo, a lo que se añadiría su dicho conocimiento de lenguas indígenas, permitiéndole ello alcanzar, como así fue, conquistas de modo pacífico y entablar amistosas relaciones con jefes y caciques de muchos pueblos.

Confirmaban estas aptitudes Fray Gaspar de Carvajal, su cronista. Decía de él que “siempre procuró conocer la lengua de los naturales e hizo los abecedarios para su acuerdo y dotóle Dios de tan buena memoria y gentil natural y era tan diestro en la interpretación, que no obstante las muchas y diferenciadas lenguas que en estas partes hay, era entendido y entendía convenientemente para lo que hiciera el caso”. Estos conocimientos juntos con su reconocido valor y prudencia, y formación militar confirmaban su idoneidad para la empresa que se le encomendaba. Designación que, por muestra de una gran confianza, le era de obligada aceptación y en la que su espíritu de entrega jugaría con carácter decisivo. Se trataba de adentrarse en un mundo desconocido y regresar de él portando vituallas y provisiones; esta era la finalidad de aquella operación que a modo de descubierta y de exploración se iniciaba el 26 de diciembre de 1541.

El problema sería encontrarlas y encontrarlas en un radio de acción en que la distancia y los accidentes naturales permitieran el regreso. Unos y otros lo hicieron imposible. Su palabra dada de regresar y su sentido de la lealtad le haría pensar en intentarlo. Se encontraban a una gran distancia impulsados por la fuerza de las corrientes que harían imposible navegar en su contra, aparte la lejanía a que aquellas los habían llevado y por lo que la totalidad de la expedición se negó a intentar un regreso que intentado hubiera resultado suicida.

Le quedaba el dolor del involuntario incumplimiento y el honor de que fueran los propios expedicionarios, tras haber renunciado al cargo para el que le había nombrado Gonzalo Pizarro, que lo nombraran Capitán en nombre de su Majestad, en documento, -requerimiento, lo llamaron-, suscrito por todos los soldados, dos clérigos y el escribano que lo atestigua, es decir, la totalidad de los componentes de la expedición. A Francisco de Orellana no le cupo otra suerte, lo que hacía con su acostumbrado gran espíritu, que aceptar y jurar el cargo que lo hizo ante un misal.

Empezaba para él la asunción de un protagonismo polivalente, sería navegante, armador, intérprete, negociador, soldado que lucharía en cualquier situación con quienes se constituyeran en enemigos y obtendría ayuda y apoyo de aquellos a quienes su buena disposición y comprensión, y conocimiento de su lengua se convirtieran en amigos y colaboradores de su misión.

Tal fue el caso de Aparia, de avanzada civilización, a donde llegaron el 3 de enero de 1542, lugar donde los españoles gozaron de acogida, descanso y manutención. Esto le permitiría construir un nuevo barco, bautizado “Victoria” y la reparación del “San Pedro” con el que habían partido desde el campamento de Zumaco. El 2 de febrero de 1542 abandonaban el lugar reemprendiendo la navegación hasta llegar al río Amazonas, dejando atrás sus poderosos y temibles afluentes que hasta él los habían llevado. Nuevamente recalarían en otro lugar de Aparia, situado en la orilla del río Amazonas y mejor dicho, de las Amazonas y del que en su navegación por él descubrieron los también poderosos ríos, Río Negro y Río Grande.

Su natural desinterés por un lucro propio y sentido de misión, hacía que rechazara parasí y sus hombres el oro que le era ofrecido por los indios, no permitiendo tampoco, que ninguno de los suyos aceptara ofrecimiento alguno, actitud muy valorada en su favor por aquellos.

El río acabó llamándose de “Las Amazonas” en base a que supuestamente, en alguna zona de sus riberas y proximidades existía un imaginario país donde moraban exclusivamente mujeres guerreras, un mito que circulaba coincidente curiosamente con igual leyenda de la antigüedad de mujeres guerreras, que ya recogía Herodóto. Se apoyaba aquella leyenda en una realidad más simple: la participación de algunas mujeres, junto con los hombres de aquellos lugares, que combatían junto a ellos, repelían asaltos o realizaban operaciones de hostigamiento, leyenda reafirmada, la de las Amazonas por la información inducida de indios amigos que acabarían afirmando la realidad de su existencia más que por propio conocimiento, lo que hubiera sido imposible, por lo que creían complacer a quienes les interrogaban sobre aquellas mujeres guerreras y la traición y las jugarretas que las lenguas a veces juegan a quienes creen dominarlas en cualquiera de sus sentidos.

Navegaron, hostigados por armas muy distintas: arpones, lanzas, cerbatanas, flechas, letales si envenenadas, y en cualquier caso, siempre peligrosas. En una de aquellas lluvias de flechas que habían de soportar, vendría una a dar en la persona del buen padre Carvajal y que le ocasionaría la pérdida de un ojo, pero no la de la pluma, afortunamente de cronista de aquella expedición.

Cuantas tierras descubrieron y pisaron fueron declaradas pertenecientes a la Corona manifestándose así formalmente por el escribano y a las que más tarde pretendía volver Francisco de Orellana para asentamiento del dominio y fundación de ciudades y poblamientos. Recorrerían en total mil cuatrocientas leguas -seis mil kilómetros- hasta llegar al mar. A doscientas leguas ya percibirían su proximidad en forma de nuevas dificultades a causa del flujo de las mareas y problemas que éstas ocasionaban, tales como las consecuencias de la falta de ancla de las embarcaciones y riesgos de embarrancar y averiarse lo que sería el caso del bergantín el “San Pedro“, de difícil reparación en aquellos lugares y en donde, por otra parte, había que hacer frente a la hostilidad y ataques de los indios pobladores de la zona.

En este último tramo habían navegado entre islas que los desorientaban y confundían. Por fin el 26 de agosto pudieron ver el mar, una vieja ambición cumplida la de encontrar una vía de comunicación entre las tierras altas del Perú y el mar Atlántico se habían cumplido.

Acabaría aquí la aventura del descubrimiento y recorrido del Río Amazonas, pero no la de su descubridor, que en su transcurso había descubierto nuevas tierras y tomado posesión de ellas en nombre del Rey regresaría, -esa era su ilusión- a poblarlas, colonizarlas y gobernarlas. España no establecía factorías, fundaba países, reinos regidos por un representante del Rey y en nombre de éste, con instituciones homólogas a las de la metrópoli y llevando su cultura, de la que la Iglesia fue su mejor portadora. Lamentablemente la mayor parte de las tierras recorridas por Orellana cayeron en manos de Portugal.

Así llegarían al final de la desembocadura de aquél mar fluvial desde donde se dirigieron a islas españolas, surcando el llamado Mar del Norte; ambas embarcaciones que marcharon juntas, se perdieron y más tarde volvieron a encontrarse el “San Pedro” y el “Victoria” con dos días de diferencia, en el mismo puerto de arribada en la isla de Cubaguas, frente a la Costa de las Perlas, navegantes cuyo valor y audacia nuevamente demostraban, dado su ignorancia y carecer de todos los instrumentos precisos para un avezado navegante de altura.

Finalizado el viaje persiste en Francisco de Orellana el deseo de conquistar los lugares por él descubiertos y tomado posesión en nombre de la Corona, pensando más que en su propio provecho de posible gloria y riqueza, en los propios de la Corona y en evitación de que las ambiciones, intrigas y doblez de Portugal, de la que tenía “más que la intuición, el convencimiento“, permitiera apoderarse de aquél otro “Nuevo Mundo” en el propio “Nuevo Mundo“, aparentemente inexplorable.

El lamentable Tratado de Tordesillas había concedido a Portugal unos márgenes, que le impedían acceder en todo caso a la región por la que atravesara Orellana, pero que si le permitiría una interpretación torticera, amén de otros engaños, con la que pretendían alcanzar una zona, que en modo alguno nunca les correspondería.

Esta era la política de Portugal, la de pretender el monopolio de los mares que en la línea de demarcación le habían correspondido e invadir los que en dicha línea había correspondido a España. Muestra de tales intentos serían las tentadoras y ventajosas proposiciones que el Rey de Portugal, muy interesado en los descubrimientos y con un poderoso servicio de espionaje, le hizo a Orellana, a su paso por Lisboa, adonde un violento huracán había desviado la nave que lo traía a la península. Rechazaba una valiosa oferta por una dudosa ayuda que podía recibir de la cicatera corte de Castilla, empeñada en sus guerras de Europa.

En el caso de conseguir las correspondientes Capitulaciones, para la conquista de lo que se llamaría “Nueva Andalucía”, que acabarían otorgándosele el 13 de febrero de 1534, y en las que lo colmaban de honores, entre ellos el título de Adelantado y poder, lo serían sin ninguna dotación económica, dotación que se le negaría totalmente de principio y cuantas veces la solicitó.

Se encontraba así en una situación contradictoria, se le autorizaban los fines pero se le negaban los medios, con lo que se le condenaba a la impotencia no apoyando así la posibilidad de la creación de un bastión que frente a Portugal pudiera frenar sus inmoderadas ansias de expansión en América. Irónicamente fueron a incurrir en incumplimiento del Tratado de Tordesillas lo que dificultó y demoró aquella Capitulación.

Regresado de Valladolid, en donde había comparecido y negociado la capitulación, e instalado en Sevilla, su gran espíritu y entusiasmo conseguiría poner en pie una flota compuesta por dos naos y dos carabelas. En cualquier caso, insuficientemente dotada para los fines propuestos, unas carencias que le impedía alcanzar los requisitos necesarios para hacerse a la mar, lo que no obstante así hizo de modo clandestino burlando las prescripciones y vigilancia de los oficiales reales.

Partió el 11 de marzo de 1545, incluso a espaldas del Padre Torres, su valedor ante la Corona y el que le parecía que lo insuficiente de los medios conseguidos no fueran proporcionados a las dificultades de la travesía y de los fines propuestos de conquista de lo que hoy llamamos “La Amazonia”. El padre Torres también se había opuesto a la boda celebrada en noviembre de 1544 de Francisco de Orellana con Doña Ana de Ayala, muy noble y muy pobre y por lo que difícilmente habría podido ayudarle en su empresa como algunos prestigiosos historiadores pretenden al haberla conceptuado equivocadamente como una dama acaudalada.

Le preocupaba al padre Torres que fuera mujer en aquella expedición por lo aleatorio de la misma y los problemas añadidos que su presencia podía irrogar.

De quién sí recibió ayuda generosa, pero naturalmente insuficiente, dada la envergadura de la empresa, fue de su padrastro Cosme Chaves, consistente en mil cien ducados.

La travesía sería dramática acorde con las carencias que adolecía y agravada por factores imprevisibles, pero propios de la naturaleza de la empresa. Así quedaría mermada por pérdida de embarcaciones y problemas de dotación y por enfermedades durante la travesía o deserciones en las islas que fueron tocando, principalmente en las de Cabo Verde y de las que marcharía en noviembre de 1545.

El 20 de diciembre llegarían por fin al Amazonas, a una de las bocas del río desde la que lo remontarían para acampar en lugar al abrigo de la vista de alguna flota portuguesa que merodeara por aquellas latitudes y que pudiera descubrirlos e inquietarlos.

Le urgía iniciar la conquista para afirmar la presencia de España ante cualquier eventualidad y que tomara conciencia la Corona de su importancia estratégica. Su mucha importancia, entre otras, era la de constituir, decíamos, un Mediterraneo fluvial que comunicaría las costas del Pacífico y del Atlántico.

Los esfuerzos por remontar la corriente fueron baldíos. La evidencia del fracaso de la mermada y dispersa expedición sería la verdadera y mortal enfermedad de Francisco de Orellana. En este trance le acompañaba su esposa - su único acierto en la aventura-, aquella dulce Ana de Ayala que mostraría una gran entereza y ternura en tan doloroso trance. Ana jamás volvería a Europa, siempre se titularía Viuda de Orellana.

Su tumba un lugar al pie de un árbol no muy lejos del río al que pudo, y muy lejos de quienes al desampararlo no hicieron posible la realidad de su sueño: rematar la conquista de América por y para España.

Pronto se produciría el temor de Francisco de Orellana: la irrupción y usurpación de terrenos que al no ser ocupados por los españoles se apropiarían los portugueses. El valle del Amazonas pertenecía a España pues la famosa línea de demarcación pasaba por la desembocadura según el propio Tratado de Tordesillas.

No obstante ello, los portugueses se apropiaron del Valle señoreando el curso y la región del Río Amazonas, al que en modo alguno tenían derecho según el Tratado de Tordesillas. Lamentablemente el Tratado de Límites de 1750 sancionó las burdas usurpaciones de Portugal y finalmente el Tratado de San Ildefonso de 1777, fijaría definitivas fronteras, aún nuevamente traspasadas por el Brasil de hoy.

Resultado: la amputación de una América española y alumbramiento de una desigual América ibérica que conquistada por españoles, resultaría nuestra “Aljubarrota americana“.

Fuente: Coloquios Históricos de Extremadurahttp://www.chde.org/index.php?option=com_content&view=article&id=127:francisco-orellana-descubrido

viernes, 18 de julio de 2008

Mujeres escritoras:Laura Esquivel


Laura Esquivel relata en ‘‘Malinche’’ la vida de la amante de Hernán Cortés
Considerada ‘‘traidora’’ por los mexicanos, es un ejemplo de valores milenarios a conservar

Carmen Sigüenza

La escritora mexicana Laura Esquivel ha querido revisar y sacar de la historia a Malinche, la mujer indígena, compañera y traductora del conquistador Hernán Cortes, hoy todavía una "traidora" para los mexicanos, y un ejemplo de la cultura y los valores milenarios que, a juicio de la autora, hay que reivindicar.‘‘Malinche’’ es el título del nuevo libro de Laura Esquivel (Ciudad de México, 1950), editado por Suma de Letra, y que se añade a la larga trayectoria de esta escritora de fama internacional, gracias a la novela ‘‘Como agua para chocolate’’, que después fue llevada al cine con gran éxito.«La palabra es sagrada»Como en todos los libros de esta autora, la poesía, la sensualidad y el ritmo viajan por las páginas, y es que para Esquivel, según explicaba ayer en Madrid, «la palabra es sagrada», y aquí, su importancia adquiere un protagonismo fundamental, no sólo por ser, lógicamente, el soporte para trasmitir su historia, sino como valor fundamental tanto por lo que se dice como por lo que se omite.«La palabra es la mejor de las armas», dice la autora para añadir: «Y es que la palabra fue esencial en la conquista de México».Así, Esquivel afirma que quiere revisar el personaje de la Malinche, «alguien controvertido, pero bella, inteligente y compleja», a la que Cortés dio libertad, pues era su esclava, a cambio de ser su traductora y amante, y que «simbolizó el encuentro y la mezcla entre las dos culturas».Malinche fue acusada durante siglos de haber traicionado a su pueblo, de haberse vendido al invasor. Hoy todavía en México ‘‘malinche’’ es un insulto para decir que alguien es un traidor; sin embargo, para Octavio Paz, esta mujer «representa a las indias fascinadas, violadas o seducidas por los españoles».Valores indígenasPara Esquivel, Malinche, además de ocupar un lugar destacadísimo en la conquista de México, como la interprete que ayudó al gran estratega Cortés a relacionarse, «encarna unos valores indígenas que hay que reivindicar en una sociedad en la que la gente no es del mundo, sino dueña de lo que posee en el mundo».«La cultura de Malinalli (Malinche) está íntimamente ligada a las fuerzas de la naturaleza. Representa al ser humano ligado al mundo y que forma parte de él, a las personas que sienten que todos sus actos forman parte de un sistema que está interrelacionado, de una cultura refinada en la que el hombre podía ser feliz», explica. Malinche es fruto de la naturaleza, de los cuatro elementos, del agua, el viento, el fuego y la tierra, y vio en Cortés la transición entre el dios Moctezuma al dios Quetzacoatl. Pero ella también se sintió traicionada al ver cómo Cortes y la parte española reducían el mundo a mercancía», dijo la escritora. Agua, serpientes, símbolos y sacrificios -«ella estaba en contra, de los sacrificios», dice Esquivel- recorren el libro como reivindicación de los elementos naturales de la tierra.Chiapas o Evo MoralesAdemás la escritora hizo un paralelismo con la actualidad. «Creo que en estos últimos movimiento que se están sucediendo ahora con Chiapas o con Evo Morales, y tantos otros de Latinoamérica hablan de esto, de reivindicar otra manera de organización en torno a la tierra y a los seres humanos», recalca.Para tejer esta novela, Esquivel ha consultado muchos libros de historia «y todo lo que se ha escrito en torno a este personaje, pero yo creo que hoy todavía es una gran desconocida. Espero que con esta novela se conozca un poco mejor la historia, porque el conocimiento de la cultura milenaria en mi muy importante para mi país», concluye.Laura Esquivel subrayó algunos paralelismos en las vidas de Malinalli y Cortés, como dos personas condenadas a entenderse. Mientras Malinalli nace, Cortés experimenta una suerte de renacimiento tras ser picado por un escorpión. Pero esa confluencia es más evidente en el nombre. Incapaces de pronunciar la erre, los indígenas llamaron a Cortés Malinche, es decir, el que va con la señora Malinche. Así el título del libro podría aludir tanto a una como al otro.

martes, 1 de julio de 2008

Vientos de mujer agitan la política mundial












Vientos de mujer agitan la política mundial
Por:Pilar Valero
La francesa Segolene Royal, la argentina Cristina Fernández o la estadounidense Hillary Clinton pueden unirse pronto a la canciller alemana Angela Merkel o la presidenta chilena, Michelle Bachelet para confirmar que vientos de mujer empujan hacia un nuevo equilibrio de poder político entre ambos sexos.Estas mujeres representan a algunos de los países más poderosos del planeta y a todas ellas se les reconoce fuerza y astucia, las dos premisas básicas para ejercer el poder, en opinión del escritor renacentista italiano Nicolás Maquiavelo.Segolene Royal podría convertirse en 2007 en la primera mujer en llegar al Elíseo y ser la artífice de una renovación del socialismo francés, sin rumbo ni liderazgo desde la derrota en las presidenciales de 2002.La senadora demócrata Hillary Clinton se perfila como principal candidata demócrata para las presidenciales de 2008 en Estados Unidos, y no se descarta un duelo de mujeres para la Casa Blanca si los republicanos nominan el próximo año a la actual Secretaria de Estado, Condoleezza Rice.En América Latina, la ola feminista representada por la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, puede reforzarse con la probable candidatura a las elecciones presidenciales argentinas de 2007 de la senadora Cristina Fernández, esposa del presidente Néstor Kirschner, a la que se le reconoce carisma e inteligencia.La emergencia de las mujeres en la política también se concretó este año con el nombramiento de la demócrata Nancy Pelosi al frente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, lo que la convierte en la tercera persona más poderosa del país, tras el presidente y el vicepresidente.La china Margaret Chan fue elegida en noviembre directora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo que tiene que enfrentar grandes desafíos mundiales, como la lucha contra la gripe aviar o la epidemia del sida.El movimiento de feminización mundial se aceleró igualmente en centros de poder social o empresarial, como la directora de la multinacional de refrescos Pepsi Co, Indra Nooyi, una mujer nacida en Madrás (India) que ha sido considerada por algunos medios como "la empresaria más poderosa del mundo".Sin embargo, las mujeres dirigentes son todavía una ínfima minoría como demuestra que actualmente solo hay 11 presidentas o jefas de gobierno (cuatro europeas, una americana, tres africanas, una en Oceanía y dos de Asia) de los 192 países miembros de la ONU.Son la canciller alemana Angela Merkel; la presidenta de Finlandia, Tarja Jalonen; la presidenta de Irlanda, Mari McCaleese; la presidenta de Letonia, Vaira Vike-Freiberga; la presidenta de Chile, Michelle Bachelet; la presidenta de Liberia, Ellen Johnson Sirlea; la primera ministra de Mozambique, Luisa Diogo; la primera ministra de Santo Tomé y Príncipe, María Do Carmo Silvana; la primera ministra de Nueva Zelanda, Helen Clark; la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, y la primera ministra de Corea del Sur, Han Myung-sook.Igualmente, aunque existen 46 países en el mundo en el que el Jefe de Estado es un rey, emperador o en sus variedades orientales, emir o sultán, solo tres mujeres ejercen esa representación: las reinas Isabel de Inglaterra, Margarita de Dinamarca y Beatriz de Holanda.En el ámbito europeo, todavía existe la primacía de los hombres sobre las mujeres en la sucesión al trono en Reino Unido, Mónaco y España, aunque en este último país hay consenso entre las fuerzas políticas para acometer una reforma constitucional y eliminar esa discriminación entre sexos.El desfase entre mujeres y hombres en los centros de poder político también se evidencia en que apenas un 16 por ciento de los parlamentarios de todo el mundo son mujeres, según datos del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).Los estados nórdicos europeos son precursores en igualdad, mientras que el contraste lo ponen los países musulmanes, donde las mujeres aún carecen de derechos fundamentales, a pesar de que en Pakistán una mujer, Benazir Bhutto fue primera ministra (1988-90 y 1993-96).En América Latina, presidentas precursoras fueron la panameña Mireya Moscoso (1999-2004), la nicaragüense Violeta Chamorro (1990-97), la boliviana Lidia Gueiler (1979-1980) y la argentina Maria Estela Martínez de Perón (1974-76) y otras por breves periodos como la ecuatoriana Rosalía Arteaga (1997) a raíz de crisis institucionales.La llamada "dama de hierro", la primera ministra británica Margaret Thatcher (1979-90) fue un caso aislado en Europa en esa época."El mundo va mejor desde que hay mujeres", dijo la cantante Madonna para expresar su apoyo a Michelle Bachelet y después a Segolene Royal, ambas de perfiles políticos y personales con muchos puntos en común.

Fuente: http://www.lostiempos.com/noticias/15-12-06/15_12_06_ultimas_vyf4.php

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