¿Qué es la corrupción?
La corrupción es la irrupción de comportamientos asociales y/o antisociales no aceptados por la sociedad en situaciones de intercambio de servicios o productos. Frente a un proceso que tendría que darse de manera natural, respetando ciertas pautas o reglas, los corruptos rompen esas reglas, y aprovechan para sacar ventajas (económicas, materiales o subjetivas) para sí mismos o para su grupo, saliendo de las normas o de las leyes. A cambio de ese rompimiento de reglas y de proceder con acciones irregulares el individuo recibe dinero, bienes o favores.
¿Por qué surge la corrupción?
Los individuos y los grupos promueven la corrupción para sacar una ventaja en una transacción. Si alguien desea sacar ventaja es posible que “necesite“ de aquel bien como rédito de la transacción anómala. Esta “necesidad”, no es necesariamente producto una necesidad real, sino, por el contrario, en la corrupción es producto de un acumulo de deseos. En estos deseos están los deseos de tener mucho dinero, muchos bienes y muchos favores. ¿Entonces, qué es lo que genera ese cúmulo de deseos que conducen al individuo o al grupo hacia la corrupción? Acá pueden haber dos respuestas: 1) El propio sistema – en este caso el capitalismo– exagera en reforzar el sentido de posesión por los bienes. Un ejemplo claro es el “consumismo”, donde no existe un mínimo suficiente de bienes que uno debe poseer, más al contrario siempre existe la necesidad de poseer más y más bienes. Por esto el dicho popular, "cuanto más se tiene, más se desea tener”. Emerge en el sujeto un deseo desenfrenado por los bienes tangibles o intangibles, no existe un freno. 2) La debilidad del individuo frente al deseo emergente. El deseo prende al individuo al objeto. Por lo tanto, el sujeto puede ser “esclavo” del objeto. En el mundo de los(as) “famosos(as)” tenemos a sujetos que compran y compran bienes que en el 90% de los casos no son necesarios, son bienes superfluos. Se tiene como ejemplo a artistas que compran zapatos y más zapatos llenando cuartos y más cuartos. Solo usan una vez el zapato, o simplemente lo compran para llenar sus estantes (Revise el Internet y encontrara cientos de casos, de los más raros).
Entonces, el sistema Capitalista refuerza y requete refuerza la corrupción porque de la misma se alimenta. Los ricos quieren ser megaricos, y estos a su vez quieren ser supermegaricos, y así por delante. Entonces, estos ricos incentivan la corrupción para obtener ventajas económicas.
Asimismo, el o los individuos que no tienen conciencia plena del deseo y lo que está detrás del mismo, simplemente caen en la trampa y son victimas del cúmulo de deseos.
¿En el sistema socialista no existe la corrupción?
No tendría que haber, puesto que teóricamente los individuos tendrían sus necesidades cubiertas. Sin embargo, hablando fríamente, no existe todavía una sociedad socialista, mucho menos comunista. Los socialismos que han existido o pretenden existir simplemente son experimentos sociales incompletos. En “esos” o “estos” socialismos no se ha eliminado la pobreza, el deseo todavía está presente, por lo tanto, la corrupción existe en menor o mayor grado. Cuando exista un verdadero socialismo o mucho mejor un comunismo integral, el deseo estará supeditado a la necesidad real, fuera de todo espejismo individual o grupal. En este caso el espejismo es la maraña de formas emotivo-mentales alimentadas por el apetito desenfrenado por lo material.
Asimismo uno observa que la corrupción no respeta los sistema o los países en desarrollo o desarrollados. Antes se consideraba que la corrupción campeaba mayormente en los países del tercer mundo, pero hoy se observa que también la corrupción está enraizada en los países del primer mundo. Las noticias de corrupción en USA, Japón y otros países, en TV, prensa o Internet están al orden del día.
¿Qué solución se puede dar al problema de la corrupción?
Parece que mientras el capitalismo salvaje exista, la corrupción estará vigente. Mientras no surja un socialismo verdadero que llene verdaderamente las necesidades de los individuos y los grupos, la corrupción persistirá. Es una pena decirlo para aquellos que andan enamorados del capitalismo salvaje o del socialismo materialista. ¿Entonces, podríamos decir que la corrupción hace parte de la rutina diaria, por tanto, no podremos desprendernos de la misma nunca? ¿La corrupción hace parte de la naturaleza humana? Decir que la corrupción se mantendrá por siempre o señalar que es parte de la naturaleza humana, son falacias, puesto que existe muchísima gente en este planeta que no es corrupta. Podría afirmar con firmeza que la población mayoritaria del planeta no es corrupta. Por lo tanto, surgen o surgirán necesariamente soluciones para minimizar o erradicar dicho mal. Actualmente, los gobiernos latinoamericanos con tendencia social están haciendo todos los intentos para minimizar la corrupción. Los países de la Unión Europea también han estado trabajando para disminuir el mal. Se espera que Obama y su equipo frenen la corrupción, y esto incentivará para que los otros países hagan lo mismo.
¿Es de ingenuos creer en la desaparición de la corrupción? Algunos consideran que sí, otros que no. Aquellos que consideran una ingenuidad el creer que la corrupción será erradicada en el mundo, seguramente es por mucho pesimismo, por inexperiencia, por ignorancia, por estar nadando en el fango, por falta de toma de conciencia o por comodidad mental. O sea, los que consideran que la corrupción es un mal que no tiene cura, son aquellos que antes de "terminar la pelea han tirado la toalla". Aquellos que consideramos que la corrupción puede ser eliminada gradualmente, estamos de acuerdo en que el “corazón del pueblo es sano”, entonces, hay la esperanza de que ese corazón amoroso emerja y limpie la corrupción.
El budismo y el cristianismo han aportando mucho para darnos cuenta sobre las causas del deseo y sus consecuencias. Además, ambas religiones han mostrado que el ser humano puede salir del atolladero. Nos dan la clave para abrir la puerta hacia la liberación. Habrá que ser auténtico en la práctica de la religión en la cual estamos.
La corrupción en los entes gubernamentales
La corrupción en los entes gubernamentales
Con la consigna de que el estado es sensible al mal manejo por sujetos corruptos, el neoliberalismo, introdujo en la mente del ciudadano que había que privatizar todo. La empresa privada era la salvación de la economía mundial (Paradójicamente hoy la tremenda crisis económica mundial es causada por el mal manejo de la empresa privada), entonces, los aparatos productivos y de servicios en manos del estado deberían ir a manos de entes privados. En más de dos décadas el neoliberalismo hizo tabla raza en muchos países del orbe, especialmente en Latinoamérica. En Bolivia, los gobiernos de derecha se dieron el lujo hasta de entregar empresas estratégicas en manos de multinacionales. Una buena parte de la población y de la opinión pública boliviana consideraba que era el sacrificio que se tenía que pagar por los efectos desastrosos de un partido de izquierda que no supo gestionar el aparato estatal en aquellas épocas. Pasaron más de 20 años de neoliberalismo, y hablando simbólicamente, el resultado fue que en el último periodo, “la gente que tenía ropa, pasó a vivir en calzoncillos.”
De todas maneras, habiéndose corrompido la empresa privada, no vamos a hacernos de la vista gorda frente a la corrupción que todavía surge en los entes gubernamentales
Y al respecto, Horst Schönbohm (2005) señala que:
“No en todos los países la población está conciente sobre el gran daño que la corrupción resulta para el Estado, la sociedad, el orden económico-social y para el mismo ciudadano. • La corrupción erosiona el orden democrático y el principio de la legalidad de las actuaciones del estado y viola el principio de la igualdad frente a la ley. • La corrupción destruye la confianza del ciudadano en el Estado y en sus instituciones. • La corrupción afecta la seguridad jurídica. • La corrupción desestima los intereses comunes. • La corrupción viola los principios de una economía de mercado, especialmente los de la competencia y promueve el rentismo. • La corrupción viola los principios de la justicia social. • La corrupción daña el consenso básico que necesita una sociedad y a lo largo también la legitimidad de las instituciones del Estado. Este último punto necesita alguna explicación adicional : Cualquier sociedad necesita para su funcionamiento un consenso básico de respetar en general las normas y reglas obligatorias para el ciudadano y el Estado. Sin este consenso básico será muy difícil o imposible mantener el Estado de Derecho y el sistema judicial no estaría en las condiciones para imponer al Estado de Derecho. Si la corrupción se extiende cada vez más y queda impune, “para qué” se preguntará el ciudadano, tiene él que respetar las reglas y normas muchas veces emitidas por los mismos representantes que no las respetan ? Aún a esto hay que sumar los daños económicos. Estos no se limitan a la suma que se paga a un corrupto, sino que las consecuencias indirectas de las decisiones distorsionadas por la corrupción son más dañinas.”
Y al respecto, Horst Schönbohm (2005) señala que:
“No en todos los países la población está conciente sobre el gran daño que la corrupción resulta para el Estado, la sociedad, el orden económico-social y para el mismo ciudadano. • La corrupción erosiona el orden democrático y el principio de la legalidad de las actuaciones del estado y viola el principio de la igualdad frente a la ley. • La corrupción destruye la confianza del ciudadano en el Estado y en sus instituciones. • La corrupción afecta la seguridad jurídica. • La corrupción desestima los intereses comunes. • La corrupción viola los principios de una economía de mercado, especialmente los de la competencia y promueve el rentismo. • La corrupción viola los principios de la justicia social. • La corrupción daña el consenso básico que necesita una sociedad y a lo largo también la legitimidad de las instituciones del Estado. Este último punto necesita alguna explicación adicional : Cualquier sociedad necesita para su funcionamiento un consenso básico de respetar en general las normas y reglas obligatorias para el ciudadano y el Estado. Sin este consenso básico será muy difícil o imposible mantener el Estado de Derecho y el sistema judicial no estaría en las condiciones para imponer al Estado de Derecho. Si la corrupción se extiende cada vez más y queda impune, “para qué” se preguntará el ciudadano, tiene él que respetar las reglas y normas muchas veces emitidas por los mismos representantes que no las respetan ? Aún a esto hay que sumar los daños económicos. Estos no se limitan a la suma que se paga a un corrupto, sino que las consecuencias indirectas de las decisiones distorsionadas por la corrupción son más dañinas.”
Entonces, hoy en día, la corrupción no solo se instaura en la instituciones gubernamentales, sino también en las empresas privadas. Por lo tanto, los gobiernos tiene que generar medidas para estimular la transparencia institucional en los ámbitos estatal y privado. Asimismo, se tiene que generar normas y leyes que conduzcan a minimizar o desechar la corrupción.
La corrupción en Bolivia
“Si la cueca se baila con pañuelo, la política se baila con corrupción”. Esta es la creencia de muchos políticos bolivianos, que antes que ser políticos son politiqueros, o como dije en un comentario anterior, son trogloditas. Estos politiqueros transmiten la “viveza criolla” como una forma de vida aceptada en la selva de la corrupción. Esta viveza es reforzada con una actitud negativista sobre el país, donde se cree que “el que más o el que menos es corrupto”. Asimismo, en esos entornos, se considera que “el que no roba es un tonto”.
En ese contexto, el tema “Santos Ramírez y corrupción en YPFB” ha caído como balde de agua “helada” en el gobierno de Evo Morales. Esto hace que Morales tenga que replantear su forma de administración, puesto que se observa que la corrupción, “mal de males”, ha aflorado también en su entorno. De nada sirve señalar que los gobiernos anteriores fueron más corruptos (aunque hubieran sido excesivamente corruptos). Lo importante es tomar conciencia que el gobierno tiene heridas que han sido o pueden ser infectadas con la corrupción. Una herida se abrió y salió pus.
Entonces, ¿Evo tendrá que desconfiar de sus colaboradores? O sea, ¿va tener que actualizar el dicho de Melgarejo (ex Presidente de Bolivia), “confianza ni en la camisa”? Considero que no, porque difícilmente se puede gobernar desconfiando de los colaboradores. Los gobernantes muy desconfiados cayeron rápidamente de la silla presidencial. La ciencia psicológica nos dice que es necesario confiar en el equipo que uno lidera, porque así el grupo de trabajo se compromete y lleva las riendas hacia el logro de las metas. Pero es necesario, planificar, operar y evaluar la gestión del equipo de forma continua. En la evaluación, estará incluida la operación de ver si hay o no corrupción visible o invisible en el equipo de gobierno. Entonces, el gobernante tiene que estar “ojo al piojo”, para poder evaluar el desempeño del equipo. Y en esta evaluación tiene que darse la evaluación de la transparencia de la gestión, por lo tanto, se dará la detección o verificación de la existencia de corrupción.
- Evaluar la transparencia del gobierno
Existen varias formas para evaluar la transparencia de una gestión: Una forma de control sería la de constituir un ente para promover una administración transparente (ya está constituido un Ministerio de Transparencia Institucional y Lucha Contra la Corrupción en el gobierno de Evo), que no solo se ocupe de recibir denuncias o evidencias, sino también debe preocuparse de minimizar los riesgos de corrupción a través de: a) Dotar de premios a las unidades que gestionaron con transparencia en un periodo; b) Premiar a personajes que administraron “limpiamente” las instituciones del Estado y también de organizaciones privadas; c) La unidad o persona que haya hecho una denuncia con evidencia, tendría que recibir un reconocimiento material o económico; d) Hacer un seguimiento estrecho de las denuncias de la oposición o de la prensa, ya sea para clarificar, o verificar hechos “reales” de corrupción; e) Efectuar campañas contra la cultura del “ch´ipismo” o “robo pequeño” que está instaurado en muchos sectores de la población, y por lo tanto, está cultura ch´ipista –prefiero decir “in-cultura ch´ipista”– , incita al robo mayor. e) Recuperar los valores de nuestras culturas y enfatizarlos a través de campañas, por ejemplo, recuperar el valor “ama sua” (no robar) que fue una base (dentro de la trilogía: ama sua, ama llulla, ama qhella) de la moral y ética en el Tawantinsuyo. f) Colocar en el Portal-Web del gobierno las transacciones que se están realizando para la ejecución de proyectos. O sea, transparentar la información respecto a lo que hacen los funcionarios públicos, y la misma tendría que estar al alcance de cualquier ciudadano. g) Crear una Dirección que posibilite que el ciudadano pueda denunciar a un teléfono, a una casilla, a una dirección o a un correo electrónico sobre irregularidades, y procesar la información. H) Editar un boletín de transparencia institucional que sea editado una vez por mes con información pertinente sobre gestión y resultados, casos de corrupción y sanciones, etc.
También existen otras formas de controlar la corrupción como promover la estructuración de organismos de Justicia, de Seguridad y otros con características modernas de funcionamiento, donde el seguimiento y la evaluación sean el “pan de cada día”. Efectuar benchmarking de otros gobiernos y estructuras administrativas en otros países.
Si bien el tema de la corrupción es complejo, no solo tiene que ver con la formación moral del sujeto, sino también con el sistema ideológico vigente, el mismo es un fenómeno que puede ser estudiado y tratado.
No pueden los gobernantes, los empresarios, los sindicatos y el ciudadano común caer en la trampa de pensar que “siendo la corrupción un cáncer, mejor acostumbrarse a la enfermedad”.
Referencias:
- Horst Schönbohm (2005). Las experiencias comparadas para combatir la corrupción http://www.jusdem.org.pe/articulos/articulohorst.pdf
- Petras James (2006). La construcción del imperio económico: la centralidad de la corrupción