Fuente: ADITAL
Las elecciones del
pasado 5 de octubre en Brasil, dieron muestra de una masiva participación de la
sociedad brasileña, que con un 80,61% de votos válidamente emitidos, sobre un
total de 142 millones de electores habilitados para sufragar – entregaron su
voto para elegir un o una presidenta, gobernadores para los 27 estados de
Brasil y a 513 diputados federales, además de renovar las cámaras regionales.
Esta contienda electoral
se dio en el marco de una disputa por proyectos políticos distintos y que
definirán el futuro brasileño más allá de su importancia local. El 80,61% de
votantes que emitieron su sufragio, es un porcentaje que representa un enorme
valor político, vista la apatía de gran parte de las sociedades donde impera la
democracia representativa. 27 millones de brasileños – un 19,39% se abstuvieron
de votar y se convierten así, junto a los votantes que entregaron su
preferencia por Marina Silva, un grupo a conquistar para el 26 de octubre en
una segunda vuelta presidencial cuyo voto para los brasileños entre los 18 y
los 70 años es obligatorio. Fue un proceso electoral que además permitió
visualizar, que a pesar de 12 años de gobierno petista, la población brasileña,
contra todos los pronósticos apocalípticos de la derecha del gigante
sudamericano, expresado a través de sus medios de comunicación y los grupos financieros,
bancarios y económicos; al otorgarle la primera mayoría en esta primera vuelta,
sigue apoyando fuertemente a la candidata Dilma Rousseff.
Dilma, con un 41,59 %
enfrentará en segunda vuelta al candidato de centroderecha Aécio Neves del
Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) que con un 33,55% sobrepasó a
la que parecía disputarle a Dilma la presidencia en la segunda vuelta: la ex
colaboradora del gobierno de Lula, la ecologista de la denominada Red
Ambientalista y sucesora como candidata del fallecido dirigente del Partido
Socialista Brasileño (PSB) Eduardo Campos. Una Marina Silva, que a la luz de
los resultados aparece hora como una creación mediática destinada a disminuir
el apoyo a la candidata del PT. En ese sentido, Marina Silva tuvo una victoria
Pírrica, ya que evitó que Dilma triunfara en primera vuelta, pero ello tendrá
un costo político de envergadura para el futuro político de esta ambientalista,
que ya no pertenece a las filas del PT, pero que jamás logró concitar el apoyo
del PSB, quedando como una figura frágil en el imaginario social y político
brasileño y deberá bregar ahora con el petismo en su campo de acción, ya que
Dilma ha decidido incorporar con fuerza las banderas del ambientalismo y
generar mayor acercamiento con los Movimientos Sociales, con los cuales tuvo
cierto divorcio.
La segunda vuelta será
una reedición de las últimas cuatro elecciones, donde se enfrenta el PT y su
alianza con el PMDB contra el Partido de la Social Democracia Brasileña. Una
primera vuelta reñida, con la irrupción de nuevos nombres, con la fuerza económica
de una derecha decidida a evitar que Dilma vuelva a ocupar el Palacio de
Planalto y que permite sacar algunas conclusiones relevantes previas a la
contienda del domingo 26 de octubre.
Primera conclusión:
María Osmarina Marina Silva Vaz de Lima representa uno de los Bluff
político-mediáticos más escandalosos que Latinoamérica haya visto en la última
década. Una candidata inflada por los medios de comunicación opositores a Dilma
dentro y fuera de Brasil, que durante semanas repitieron que Marina Silva estaba
ganando en intención de voto. Cuando Dilma intensificó su campaña y entró Lula
da Silva al ruedo, los medios radiales, televisivos, escritos y digitales de la
derecha, sostuvieron que existía un empate técnico entre Dilma y Marina.
Posteriormente, a una semana del sufragio anunciaron que si bien Dilma Rousseff
triunfaba en primera vuelta, la acompañaría en el ballotage la candidata
ambientalista.
Se mostraba a esta
pedagoga, evangelista, ex miembro del Partido Revolucionario Comunista,
ambientalista, de la minoría étnica zambo, de extracción social humilde, ex
colaboradora de los gobiernos petistas; como una nueva voz del pueblo. Una voz
inspiradora surgida del seno del Partido de los Trabajadores del cual se retiró
el año 2008, tras haber sido Ministra del medio Ambiente del gobierno de Lula.
Una mujer que quiso ser monja católica, para luego abandonar esta confesión y
convertirse a la fe Pentecostal. Una mujer dispuesta a hacer un nuevo tipo de
política y que le disputaría a Dilma el liderazgo de la centro izquierda,
ocultando descaradamente los intereses financieros de la derecha que apoyaban a
Marina Silva, pero que en el fondo tenían a Aécio Neves como su garante de
intereses, un hombre de sus filas, de su clase, de su ideología. A la cabeza de
la campaña presidencial de Marina Silva se encontraba su amiga Maria Alice
Setúbal, miembro principalísimo de la familia que controla el Banco Itaú, el
banco privado más grande del país, con una fuerte presencia en muchos países de
América Latina.
A pesar de todo ese
apoyo económico, del magnificar su imagen y presentarla como un "rostro
fresco, limpio de la política brasileña” el día 5 de octubre Marina Silva fue
incapaz de superar el 22% de apoyo a su candidatura, siendo superada ampliamente
por Aécio Neves. Este nieto del fallecido dirigente Tancredo Neves va al
ballotage con Dilma. Lo sucedido no sólo muestra las estrategias políticas y
mediáticas, que la derecha implementa, aprovechando su poderío económico y la
propiedad de los más importantes medios de comunicación escritos, radiales y
televisivos para intensificar sus ataques contra el gobierno y elevar a los
personajes que servirán a sus propósitos estratégicos, sino también demuestra,
que la derecha brasileña es capaz de enmarcar sus pretensiones elevando
candidatos que al final de cuentas se desinflan como un "O´Globo”.
En esta elección
presidencial los medios de comunicación de la derecha han salido a la luz como
lo que son: voceros del poder empresarial, bancario, financiero y de la derecha
política brasileña, sin ambages, sin máscaras. Frente a ello Dilma debe cambiar
la política del dejar hacer y enfrentar este poder, con coraje, como lo han
hecho en Venezuela, en Bolivia y en Argentina con sus respectivas leyes de
medios. De otro modo ese "cuarto poder” no sólo seguirá disparando contra
Dilma, el PT, los movimientos sociales brasileños, sino que comenzará a tejer
la sedición, el temor social, la crítica descarnada, la oposición permanente y
construir realidades distintas a las que el posible segundo gobierno de Dilma
pueda construir. Entregando las pautas y la agenda pública. Construyendo
realidades locales a escala global, que para eso tienen aliados en el
continente y fuera de él. La derecha para conseguir sus objetivos utiliza todo
su poder de fuego, sin contemplaciones, sin "fair play” no escatima
dinero, apoyos políticos transversales en el continente y fuera de él y sobre
todo el uso intensivo de la mentira, al desinformación, la guerra ideológica y
la política del miedo. Eso hay que enfrentarlo de frente.
Por ello, revisar
críticamente lo que leemos, vemos y escuchamos dónde lo hacemos, cómo lo
realizamos y a quien leemos, escuchamos y vemos se hace indispensable en este
tercer lustro del siglo XXI. Eso implica un trabajo ideológico de envergadura.
Una obligación de los gobiernos progresistas de Latinoamérica en la necesidad
de educar a la población, de intensificar la lucha ideológica, de hacer
partícipe a la sociedad en la dirección del Estado y no sólo crear
beneficiarios inmóviles de planes sociales, apoyo estatal a derechos básicos,
sino que tener una sociedad dinámica, capaz de enfrentar la lucha política los
múltiples planos que esta tiene. Una sociedad informada, educada,
participativa, es una sociedad difícil de engañar y defenderá lo que tiene que
defender por más uso que los medios de comunicación de la derecha quieran hacer
de los logros de gobiernos como el PT.
Segunda conclusión: La
elección en Brasil tiene un alcance regional. Y, en este plano es de
importancia la lectura de los palimpsestos, pues esta elección no sólo es
importante para Brasil y sus 190 millones de habitantes, sino también para el
conjunto de Latinoamérica, sobre todo para el eje progresista que une, a pesar
de lógicas diferencias, a los gobiernos de Uruguay, Argentina, Ecuador, Bolivia
y Venezuela en torno a creaciones como UNASUR, CELAC, MERCOSUR, el ALBA, las
alianzas políticas y cercanías ideológicas que enfrenta a creaciones dirigidas
por Estados Unidos, como es la Alianza del Pacífico, el ALCA y otras donde el
contrapeso brasileño adquiere enorme valor. Sólo en el plano de MERCOSUR a
diferencia de Marina Silva en su momento y ahora con Aécio Neves, se marca la
diferencia de apreciación. Dilma es consciente de la importancia de este
mercado regional y sostiene ""Terminar con el Mercosur sería darnos
un tiro en el pié. Somos la mayor economía de América Latina, tenemos que
percibir el tamaño de ese mercado".
El analista italiano
Marcos Consolo nos entrega una visión allende Latinoamérica afirmando que
"Brasil representa la elección más importante para el continente. En la
séptima economía mundial, donde está en juego no sólo la continuidad del
gobierno de Dilma Rousseff, quien promete "más cambios y más futuro”, sino
también el proyecto de transformación que se inició en 2002 con la victoria de
Lula, el resultado de la elección tendrá un impacto decisivo incluso más allá
de la frontera, a partir del proceso de integración de América Latina y el
Caribe, y del fortalecimiento de la alianza entre Brasil, Rusia, India, China y
Sudáfrica (los llamados BRICS), para la construcción de un mundo multi-polar”.
En ese plano es
indudable que no resulta lo mismo la elección de Dilma o Neves. Para Rousseff,
consigna el analista Juan Manuel Karg "el recientemente creado Banco de
Desarrollo de los BRICS –en relación directa con el BNDES (Banco de Desarrollo
de Brasil)–, es síntoma de un nuevo momento a nivel internacional, bajo el
intento de construir un nuevo orden mundial pluripolar y multicéntrico,
diferente al de la hegemonía norteamericana y de la Unión Europea, tal como
hemos conocido durante la década de 1990. Y allí también opera la posibilidad
de América Latina de establecer vínculos con otros centros globales de poder,
como Rusia y China” claro competidores en la búsqueda y consolidación de
mercados en todo el planeta. Para la derecha brasileña, ha llegado la hora de
volver a recuperar la relación privilegiada con los centros de poder
estadounidenses y europeo y si ello implica debilitar los afanes y medidas
integracionistas de la última década entonces darán los pasos, a costa de minar
los esfuerzos de unión sudamericana e incluso de consolidación de los BRICS.
Eso lo sabe la derecha
política-económica brasileña, Estados Unidos y parte de Europa. Por ello, para
esa triada, la candidata a favorecer, en primera instancia, para impedir el
triunfo en primera vuelta de Dilma era la "impoluta” Marina Silva. Sin
embargo, la ecologista conservadora fue contundentemente derrotada, lo que
permite visualizar que ahora el esfuerzo se volcará con todo por Aécio Neves.
The Washington Post, Red O Globo, Diario El País de España. El Universal de
Venezuela, Clarín de Argentina son algunos de los medios derrotados junto a
Marina y seguramente lo serán con Neves pero darán una dura y agresiva campaña
para deslegitimar a Dilma, al PT y al pueblo brasileño que votará por Dilma
Rousseff.
Tercera Conclusión. Ante
la posibilidad cierta que Dilma vuelva a ocupar el Palacio de Planalto, en la
Plaza de los tres Poderes en Brasilia, el PT, los movimientos que lo apoyan
tiene la necesidad de intensificar las reformas sociales, económicas y
políticas. Resultado bastante favorable para Dilma después de 12 años de
gobierno del PT con todo el desgaste que significa un conglomerado político en
el poder. ¿Cómo explicar este apoyo? ¿Una base sólida de un 42% de votos en
primera vuelta puede explicarse sólo por medidas políticas sociales como suelen
decir los críticos?
Creo, que ha existido un
cambio significativo en Brasil en estos 12 años, más allá de las políticas
sociales, el acceso a la educación de amplias capas de la población, el ascenso
social de sectores postergados a mejores niveles de vida, al aumento salarial,
el tema de la disminución del desempleo, el mejoramiento de los derechos de una
parte significativa de la población. Estos son logros que ningún discurso puede
destruir por más que los medios de comunicación pueden discutir – y en ese
marco existe un punto que la derecha y su visión omniabarcante no podrá
entender: el alzamiento de la dignidad, el hacer partícipe al pueblo de su
propio destino, darle un sentido histórico a la participación ciudadana y no
sólo en show electorales cada cuatro, cinco o seis años. Construir un sujeto
histórico ha sido una obra fundamental de los gobiernos de Lula y Dilma.
Eso es un plus que le
rinde frutos a pesar de 12 años de gobierno, que suelen agotar cualquier
proyecto político pero, cuando se involucra a la sociedad, se le hace
constructor de su propio destino no existe campaña capaz de derrotar esa fuerza
incontenible. Pero ¡!!!Cuidado Dilma ¡¡¡ pues el discurso a partir de ahora
será más agresivo contra su figura y el PT. A pesar que Marina Silva se
desinfló como un "O Globo” logró su propósito, evitar que Dilma Rousseff
triunfara en primera vuelta, que era la tendencia previa a la muerte del
candidato socialista Eduardo Campos. Al sucederle Marina Silva, parte de los
votos de izquierda y sectores menos ideologizados y comprometidos y hasta
críticos del PT entregaron sus votos a Silva.
En la próxima vuelta, con
toda probabilidad, ni los ambientalistas ni la izquierda, por muy disconformes
que estén con el PT entregarán sus votos al candidato de la derecha y los
grupos empresariales y la gran prensa. Pero, ese apoyo no es automático, hay
que seducir a ese elector que desconfía, que ve con crítica las conductas
corruptas de algunos cuadros del PT, por más que hayan sido depurados de sus
filas. El estar frente a un gobierno exige responsabilidad, honestidad y quien
no lo entienda así debe dar un paso al lado o empujarlo pues Brasil, su
sociedad tiene mucho trecho que caminar y eso debe ser con compromiso,
limpieza, visión de país y con dureza con quienes se aparten de ese objetivo.
El camino es duro y esa
consideración está clara en la dirigencia del PT, que ha sacado a sus mejores
cuadros y dirigentes, como es el caso del ex presidente Lula, para llevar
adelante esta reelección. La figura de Lula resulta crucial, para avizorar un
triunfo de Dilma que tiene como eje principal de este apoyo el enfocarse en dos
puntos: primero, que se dé el apoyo electoral a la candidata del PT y en
segundo lugar en sus llamado a profundizar en lo que denomina "reformas
políticas” como es el caso del financiamiento de la actividad política y
campañas electorales, que suele ser un mecanismo, vi aportes reservados, para
destinar enormes cantidades de dinero a los candidatos de la derecha, que de
ese modo tienen mayor presencia en medios de comunicación, inundando el país
con sus carteles y propaganda "Si tenemos que radicalizar, hay que partir
de la moralización de la política en nuestro país….Se necesita un referéndum
para aprobar una Asamblea Constituyente”. Todas ellas ideas que generan
urticaria en la derecha y su concepción elitista de la política.
El favoritismo de Dilma
no implica que esta sea una carrera ganada, en lo absoluto. La pugna será
intensa de aquí al 26 de octubre y el nieto de Tancredo Neves tratará de
pelearle voto a voto la presidencia a Dilma pero…más allá de esta disputa el
probable triunfo de Dilma implica exigirle más al PT, corregir y limpiar cierta
estructuras corruptas, intensificar los programas de educación, salud,
seguridad, medio ambiente. Para que sigan favoreciendo a los brasileños, que
desarrolle la industria nacional y que en el plano internacional adquiera y
concrete una postura de defensa de Latinoamérica en el seno de los países del
BRICS contra los grandes conglomerados regionales expresados por Estados
Unidos, la Unión Europa y el eje asiático encabezado por Japón.
Al cierre de este
trabajo la derrotada candidata Marina Silva parece haberse sacado la máscara de
progresismo mostrándose tal como lo que es: una pieza del engranaje político de
la derecha política y empresarial de Brasil. Marina Silva apoyaría a Aécio
Neves y solicitará
a sus electores – esos 22 millones que votaron por ella, que le entreguen sus
votos al candidato del PSDB, ello "en nombre del cambio que el país
necesita”. Esos votos son claves para definir la elección del próximo 26 de
octubre pero nadie, ni siquiera esta política evangelista puede asegurar que el
apoyo que consiguió tenga una transferencia automática a Neves. Si bien no ha
definido explícitamente quien será su favorito y si tomará palco o entrara en
el ruedo de apoyos entregó algunas señales "Sabemos que Brasil no concuerda
con lo que está ahí (por el gobierno) desde 2010...Al unirme con Eduardo Campos
mostré que estoy dispuesta a tomar posiciones”.
Trascendió, en medios de
prensa brasileños, que Marina Silva solicitó a Aécio Neves, que incorpore
algunos puntos clave de su campaña, como es el fin de la reelección
presidencial con un mandato de cinco años en lugar de cuatro y destinar el 10%
del PIB a educación. Nada se mencionó sobre temas medioambientales, ecológicos
o defensa de la población brasileña en materias de salud, cultura, acceso a
empleos de mejor calidad o relaciones internacionales pues la Sra. Silva sabe
que es imposible que Neves lo lleve a la práctica. Ha sido mayor el encono
contra el PT, que sus 24 años de militancia, lo que ha permitido mostrar la
verdadera cara de Marina.
Una figura que
trasciende Brasil
Dilma y la sociedad
brasileña tiene una enorme responsabilidad con su sociedad y con Latinoamérica.
No se puede seguir hablando sólo de los logros del pasado, por más recientes
que estos sean. Nuestras sociedades exigen cambios permanentes, concretar
acciones que permitan avizorar un futuro para nuestros hijos. El pasado ya es
historia y el brasileño, como el chileno, el Boliviano, ecuatoriano, espera
mejoras en su vida, más allá que le digan lo positivo de tal o cual
administración de gobierno. Dilma tiene una tremenda labor, con una oposición
que se va a aglutinar en torno a Aécio, los medios de comunicación, la banca,
los grupos económicos, el empresariado.
En ese plano, el tema de
la seguridad pública seguirá estando dentro de las principales preocupaciones
del electorado brasileño y ello debe ser un punto central en la política de
Dilma. Cada año cerca de 60 mil brasileños son asesinados según el mapa de la
violencia manejado por el gobierno, según el Mapa de la Violencia 2014. Un
punto de importancia es que la mayoría de los asesinados son jóvenes y negros,
dos sectores crónicamente postergados en Brasil. Este será siendo un tema del
debate entre los candidatos y de la sociedad frente a la próxima mandataria y
no sólo hay que asumirlo, sino que darle una clara y precisa solución.
Consignemos también, en
este análisis, que aquello que hemos visualizado de la campaña presidencial
brasileña nos presenta una pugna más entre personas que entre ideas, visiones
de sociedad o modelos políticos y económicos a implementar. Y para salir de esa
visión errada que nos suelen presentar los medios de comunicación, para los
cuales las elecciones vienen a ser una especie de show, fanfarrias pero donde
poco se decide, aunque ellos actúan en función de decidir por sus intereses. En
la lectura profunda del programa del PT, este ha propuesto implementar "un
nuevo ciclo histórico” que implica reformar significativamente la política
federativa, el sistema tributario de tal forma de disponer de recursos para sus
planes sociales.
Concretar reformas
urbanas, inmobiliarias, de infraestructura vial, de los servicios públicos en
el área del transporte, la salud y la educación. Implica trabajar por medidas
económicas que logren paliar el efecto recesivo de la contracción económica de las
dificultades que enfrentan países como China – uno de los socios principales de
Brasil – Dificultades aprovechadas por los críticos del PT para mostrarlos como
ineficientes y con una gestión desastrosa en el plano de las relaciones
económicas y en el manejo de empresas estratégicas como Petrobras que ha
disminuido su valor de mercado en un 40%. Para Consolo lo señalado son datos
que hay que relativizar, aunque la oposición intenta usarlos a su favor para
apoyar la tesis de una crisis profunda, en la que el único responsable es el
gobierno que hay que sacar a toda costa. El hecho concreto es que la población
se enfrenta a un aumento de los precios de los productos de la canasta
familiar, en una espiral del cual no ve todavía el fin. Hay una cierta insatisfacción
en sectores pobres de la sociedad, con una crítica y un rechazo a ciertas
políticas del gobierno, pero todavía no hay propuestas alternativas”.
Unido a lo señalado,
analistas como Nils Castro afirman que uno de los temas de la campaña en esta
segunda vuelta "volverá a ser el de la corrupción y, en este campo, Aécio
Neves es bastante vulnerable. Luego de gobernar el estado de Minas Gerais
durante los dos últimos períodos, allí su candidato fue derrotado por el del PT
precisamente por esto. El escándalo mayor fue el del "aeciopuerto”, el
nuevo aeropuerto que como gobernador él ordenó construir con fondos públicos
sobre tierras de su familia. Esta será una contienda entre dos personalidades
opuestas entre una Dilma definida como una mujer con corazón valiente, una jefe
de Estado que durante su período de gobierno expandió los programas sociales
creados por Lula, incrementó la eficacia del gobierno e impulsó la integración
brasileña con Latinoamérica y los Brics. Aécio, nombrado líder por su abuelo
antes de sudar la camisa, y tutoreado por Fernando Enrique Cardoso, deberá
remontar su aureola del ‘play boy’ para resistir durante las próximas tres
semanas la ofensiva concentrada de esa veterana luchadora, de Lula y el PT,
ahora que ya no hay Marina que los distraiga”.
A lo mencionado,
agregaría que no hay "O Globo” que pueda desinflar las ansias de triunfo
de Dilma, esta luchadora de tomo y lomo a pesar que los desafíos frente a un
eventual segundo gobierno serán enormes en el plano local, regional y mundial,
donde el peso específico de Brasil es indudable. Dilma le hace bien a Brasil
pero, sobre todo para aquellos que miramos estos procesos desde una mirada
regional, Dilma le hace bien a Latinoamérica. Es la posibilidad de volver a
tener una política con mirada regional, que tiene una impronta, un discurso y
una práctica destinada a unir nuestros pueblos y a la búsqueda de objetivos,
que nos sitúen como un actor relevante en las relaciones internacionales.
PABLO JOFRE LEAL