Iván Prado Sejas
Seguramente, hay personas que piensan que para criticar al capitalismo es necesario ser economista o profesional afín. Si el capitalismo fuera como la ingeniería nuclear o la astrofísica, seguramente su análisis correspondería a profesionales o investigadores de las citadas áreas, pero sobre el capitalismo puede opinar desde un científico social hasta un paisano que vive bajo la influencia de este sistema.
Seguramente, hay personas que piensan que para criticar al capitalismo es necesario ser economista o profesional afín. Si el capitalismo fuera como la ingeniería nuclear o la astrofísica, seguramente su análisis correspondería a profesionales o investigadores de las citadas áreas, pero sobre el capitalismo puede opinar desde un científico social hasta un paisano que vive bajo la influencia de este sistema.
No podemos negar que el
capitalismo, ha dado al hombre la posibilidad de un gran desarrollo en muchas
áreas del conocimiento. Ha posibilitado que el hombre avance de la
"carreta" al "avión supersónico" y el hombre se mueve en
una sociedad jamás soñada hace dos siglos por el hombre común. Solamente
algunos escritores de ciencia ficción, como Edgar Allan Poe y Julio Verne
vislumbraron algunos aspectos de la sociedad actual.
Hoy estamos en el siglo XXI y el
Capitalismo ha tomado dos vertientes: La del Hipercapitalismo (“capitalismo
salvaje”), usado por varias potencias mundiales y su séquito de países
dependientes, con gobiernos afines, y el Capitalismo con Tendencia Social
utilizado por gobiernos progresistas de muchos países del orbe.
El Hipercapitalismo es el
suprasistema donde surge una nueva economía que favorece a pocos, los
megamillonarios, quienes buscan hacer más fortuna sin importar la dignidad
humana, ni el equilibrio ecológico. Estos megamillonarios, que no pasan de los
mil sujetos, o tal vez menos o un poco más, no importa, se ocupan de hacer
crecer sus empresas en todo el orbe usando todos los medios a su alcance. Hacen
creer que están implementando el Capitalismo para beneficio del individuo y del
desarrollo de los países. Sin embargo, en un mercado globalizado, a través de
sus empresas, intentan obtener las mayores ganancias posibles, sin importar si
eso genera un aumento en la pobreza, en la inseguridad ciudadana, en la
contaminación ambiental, o en otro tipo de calamidad.
El Capitalismo con tendencia social (está frase
seguramente es una herejía para algunos sociólogos) viene siendo aplicado, paradójicamente,
en los países con gobiernos progresistas. Ante el fracaso de las doctrinas del
comunismo o socialismo materialistas, los gobernantes de izquierda, no han tenido
otra opción que continuar usando el capitalismo, pero dándole un giro social, o
sea que beneficie a las mayorías, o sea, al pueblo. Y por los frutos que vemos,
esa postura de continuar usando el capitalismo y darle un giro social está teniendo resultados positivos, a pesar de
los falsos agoreros, que defienden al Capitalismo “puro” (y por detrás al Hipercapitalismo), asumiendo posturas de derecha o de ultraderecha, o muy a
pesar de aquellos que defienden posiciones de ultraizquierda, o de la propia
izquierda llamada de “infantil”.
Una sociedad
espiritualista (desde cualquier enfoque espiritual) es totalmente incompatible
con una sociedad capitalista. Debemos entender el Capitalismo como un sistema
que tiene razón de uso en un periodo de evolución del hombre. La proyección hacia el
futuro es: En cuanto el hombre se vaya aproximando a una madurez personal y
espiritual, el capitalismo se va minimizando hasta desaparecer. En una sociedad
espiritualista (de cuño budista, cristiano, mahometano, judío, hindú, etc.) los
bienes que la Tierra nos otorga son de todos y para todos. La etapa infantil de
la posesión del objeto desaparece y surge un hombre maduro que disfruta y comparte
las riquezas de la Tierra y del Universo. Una sociedad capitalista, como la que
vivimos, se centraliza en el desarrollo del individuo, defiende la propiedad
privada, acumula riqueza y poder, desarrolla la tecnología y explota los
recursos naturales. Cuando el equilibrio predomina, de pronto el capitalismo es
útil, y se le puede dar también un giro social como lo hacen los gobiernos progresistas
o de izquierda. Sin embargo, cuando predomina el desequilibrio, existe una
sobrevaloración del individuo, sobre el grupo y la sociedad; la propiedad
privada no tiene límites, y cualquier personaje puede tener lo que venga en
gana, con tal de que tenga el dinero para pagarlo, aun yendo en detrimento de
otros; se acumula poder y riqueza sin importar los medios y los efectos (p.e. La
mayor parte de la riqueza del planeta la tienen pocas personas); se
desarrolla tecnología no sólo para producir lo necesario para el hombre, sino
también para producir lo superfluo (la basura con precio); se explota los
recursos de la naturaleza sin importar si esos recursos no son renovables, sin
considerar que se va aumentando la contaminación, sin tomar en cuenta la
destrucción del hábitat de animales y humanos. Y para que no te quede la menor
duda de que el capitalismo es un sistema incompatible con una sociedad
espiritualista o comunitaria y que es simplemente un modelo para una cierta
época (y no es eterno), es necesario que sepas que el “valor” fundamental bajo
el cual se sustenta el capitalismo es: El acaparamiento.
Siendo esta la
realidad, es importante para la gente de la calle comprender que los sistemas
socioeconómicos son para un tiempo, luego hay que cambiarlos y transformarlos,
en la medida que el hombre crece y evoluciona. No debemos hacernos engañar con
el dictado de que “si estás contra el capitalismo es porque eres comunista”; o,
de “si estas contra el comunismo, entonces, tienes que apoyar al capitalismo”;
o, “el único sistema que tiene validez es el capitalismo (o el comunismo)”. En estas circunstancias, es necesario tomar
conciencia de que el capitalismo es un sistema temporal, simplemente para una
época. No es un sistema que tiene que durar por toda la eternidad, como quieren
hacer creer de manera directa o sutil aquellos que son proclives al capitalismo
o al hipercapitalismo.
El Capitalismo,
mientras exista, puede ser usado para bien o para mal. En
este contexto, el gobierno de Obama tendría que apoyar a todos los países que
viene usando el Capitalismo con tendencia social, pero paradoxalmente, Obama,
en su discurso dice apoyar a los gobiernos democráticos, y en la práctica
continua con la línea tradicional de un gobierno de derecha, apoyando en el
fondo la vigencia del Hipercapitalismo. Sabemos que las cosas no son fáciles en
Estados Unidos, puesto que se tiene al frente a los republicanos, que asumen,
en general, una postura ultraderechista, por lo tanto defienden acérrimamente al Hipercapitalismo (disfrazado de Capitalismo). En ese sentido, Obama, tendría
que mostrar a su país que quienes están usando el capitalismo como tendría que
usarse son los países con gobiernos progresistas, y habría que apoyar a esos
países. Los gobiernos de derecha, apoyados por el gobierno de Obama o por
cualquier otro del orbe capitalista, por mucho que tengan en su seno a gente “demócrata”
y “honesta”, por las presiones del propio sistema salvaje, al final llegan a
apoyar la vigencia del Hipercapitalismo, con todas las consecuencias funestas
para los pueblos y para el propio planeta.
Los
pueblos deben continuar apoyando a los gobiernos progresistas, porque estos,
(con errores o sin errores, no son perfectos) están intentando gobernar con
equilibrio, favoreciendo a las clases populares y manteniendo a raya a los
grupos de poder. Fuera de elegir a gobernantes progresistas, se debe también
exigir a estos que cumplan con sus planes. Se debe observar, evaluar, analizar,
criticar las acciones de estos gobernantes, puesto que ellos se deben al pueblo
que los eligió. Si no cumplen con sus ofertas, debemos criticarlos, de manera
positiva o de forma dura, para que ellos no defrauden al pueblo. La única forma de que el planeta siga
adelante, es con gobiernos progresistas. Estos gobiernos, fuera de usar el Capitalismo con tendencia social, deberán buscar nuevos modelos socioeconómicos
que respondan a las necesidades de las personas, y del propio planeta. No hay
que temer a que ese nuevo modelo se llame socialismo democrático, socialismo
comunitario, socialismo espiritualista, u otro, pero que responda a las necesidades de la humanidad en su
conjunto. Y este nuevo modelo, si se desea que tenga éxito, tendrá que tomar en
cuenta los valores espirituales que están inmersos en las principales doctrinas
religiosas del mundo. Por esto se dice que “Aquel
que Viene, no viene a instaurar un gobierno capitalista o comunista (en el
sentido clásico), sino que viene a implementar el Plan Divino”, y para
comprender este plan debemos despojarnos de ideas maniqueistas o de ideologías
anquilosadas.