De: Juan A. Sanchez
Una palabra, de un significado muy "difícil de
significar", se nos insinúa, aquí y allí, insistentemente, en estos tiempos
esplendidos que la Vida nos ha ordenado vivir. Tal como he destacado
anteriormente, la Humanidad, está viviendo, está experimentando, un proceso de
elevación de sus formas de pensamiento , de sus afanes e inquietudes,
aunque a veces no lo parezca aparentemente.
El descreimiento, la caída de cortinas que nos ocultaban la luz, la crisis que, entre unos pocos poderosos y otros muchos colaboradores, nos están haciendo sufrir y experimentar. Esos muros altos e inexpugnables de los dogmas religiosos que también se están diluyendo, todo ello y más cosas, hacen que, realmente, ese mundo que nuestro corazón ha anunciado desde nuestra infancia, esté apareciendo espléndido detrás de las miserias que todavía nos envuelven.
Nos envuelve la desazón de la inseguridad del día a día. Nos envuelve la trama de miedo e ignorancia que han tejido, cada cual tendría que valorar en que medida ha colaborado en ello, a nuestro alrededor tras muchos miles de años de oscuridad en los que nos sumergimos después de perder de vista ese "paraíso" que en un remoto pasado los hombres supimos crear. Sin duda, todas experiencias que nos han acontecido desde entonces han preparado a la Humanidad a experimentar un nuevo peldaño de la "Escalera de Jacob". En ese peldaño ya se perciben nuevas tonalidades e inquietudes....
Esa palabra, como anticipaba arriba, es la
expresión de la "no expresión". La palabra es "Síntesis". Es un término
que se aparta de toda forma que la envuelva. Es una
palabra que nos sugiere "lo oculto", desgarrando algún velo que oculta la luz
del "Propósito Creador".
Creo que toda "síntesis" define un propósito. Define un "estado de conciencia" que se balancea entre los "pares de opuestos" que tan presentes están en los mundos manifestados. Tal como expresa "El Kybalión", en el Principio del Ritmo, quizá estemos apercibiéndonos de que estaba en nuestras manos la posibilidad de escapar a la dictadura de un polo de la conciencia u otro. De sintetizar a uno y a otro, en nosotros, y elevarnos por encima de ellos.
En todo "propósito" subyace la idea creada por la imaginación y la realización de ella. Implica un pasado y un futuro. Una expresión de la voluntad puesta en acción y una realización. La una es a la otra y, ambas, son la misma en distinto grado de espacio-tiempo, pero las mismas. Y, así, moviéndonos a caballo entre las diversas expresiones de la conciencia, , con la percepción al unísono de lo sutil y lo denso, es como la "síntesis" se nos presenta y sin que pueda recaer en un plano u otro de la conciencia.
Si pudiéramos, que podemos, añadir un guión intermedio a la palabra, sín-tesis, percibimos que desaparece toda "tesis", toda especulación palpable, definible y experimentable.
Creo que la percepción de síntesis elimina de nuestra mirada esos impedimentos que nos obligaban a visualizar en una sola dirección y, al hacerlo, nos permiten percibir realidades a un lado y otro. A contemplar el futuro con la visión experimentada del pasado, a comprender el mundo de los efectos tras visualizar las causas. O, al menos, al comprender que hubo "algo" que originó dichos efectos y, por supuesto, a aceptarlos. La "síntesis", pues, es un estado de conciencia.
Hemos oído, una y otra vez, que nuestra condición de "Hijos de Dios" está velada por la condición de "hijos del hombre". Esta última identificación nos lleva al mundo de "la tesis". A las formas y a la seguridad de lo visible y tangible. Es en esos mundo en los que "personalidad" se mueve como pez en el agua ya que se siente segura. Pero toda forma está llamada a desaparecer o, al menos, a ser sublimada paulatinamente.
Hasta que la condición de "Hijo de Dios" se hace visible
en el corazón.
Esa condición, divina en cada uno, acerca a los hombres,
nos acerca progresivamente a todos, al silencio, al más elevado sonido creador,
denominado silencio, al vacio en el que ningún pie pueda ser apoyado y en el
que, tan solo, el Fuego Creador puede ser percibido.
Y Fuego Sintético, como nos decía VBA, en sus escritos sobre el Agni-Yoga. Yoga que se recubre del manto incorpóreo de la conciencia polarizada en la "unidad". En la conciencia grupal. En la percepción de que la diversidad de las formas constituyen un espejismo llamado a desaparecer en la "síntesis de la unidad y el propósito, como me sugería, ayer mismo, nuestro querido amigo Leo, al establecer la síntesis de unas rocas que unificadas constituyen el basamento de toda creación.
Es así como podemos comenzar a percibir el Cristo en nosotros. Es así como podemos percibir, con más intensidad, el Cristo fuera de nosotros. Es así como el Cristo "SINTETIZAR" en nosotros.
Estos tiempos, pues, son esplendidos. Tiempos que, no me cansaré de repetir, nos van a restablecer nuestra dignidad, oculta que no perdida, de ser una Jerarquía Creadora Humana. Y más allá de espacios temporales, solares y hasta galácticos.
En nosotros albergamos, de forma indeleble, el Alfa y el Omega. Somos infinitos e indefinidos. Somos la "Síntesis humano-divina de Dios".
