LAS AMAN ZONTKS

Las amazonas fueron míticas mujeres que conformaron sociedades matriarcales durante periodos prolongados en distintas partes del mundo. Hoy, "amazonas" son aquellas mujeres que luchan por la igualdad de derechos y por una mejor sociedad.

martes, 22 de febrero de 2011

El precio de no escuchar a la naturaleza



Autor: Leonardo Boff

El cataclismo ambiental, social e humano que cayó sobre las tres ciudades del Estado de Rio de Janeiro, Petrópolis, Teresópolis e Nova Friburgo, en la segunda semana de enero, con centenas de muertos, destrucción de regiones enteras y un profundo sufrimiento de los que perdieron familiares, casas y todos sus bienes, tiene como causa más inmediata las lluvias torrenciales, propias del verano, la configuración geofísica de las montañas, con poca capa de suelo sobre el cual crece exuberante floresta subtropical, asentada sobre inmensas rocas lisas que por causa de la infiltración de las aguas y el peso da vegetación, provocan frecuentemente deslizamientos fatales.

Se responsabiliza a las personas que ocuparon áreas de riesgo, se recrimina a los políticos corruptos que distribuyeron terrenos peligrosos a los pobres, se critica al poder público que se mostró permisivo y no hizo obras de prevención, por no ser visibles y no atraer votos. En eso hay mucho de verdad. Pero, en eso no está la causa principal de esta tragedia triste.

La causa principal deriva del modo como acostumbramos tratar a la naturaleza. Ella es generosa con nosotros, puesto que nos ofrece todo lo que necesitamos para vivir. Pero, nosotros, en oposición, la consideramos como un objeto cualquiera, entregada a nuestro bello placer, sin ningún sentido de responsabilidad por su preservación, ni le damos algo en retribución. Al contrario, la tratamos con violencia, la depredamos; arrancando todo lo que podemos de ella para nuestro beneficio. Y todavía, la transformamos en un inmenso basurero de nuestros desechos.

Y peor aun; nosotros no conocemos su naturaleza y su historia. Somos analfabetos e ignorantes respecto a la historia que transcurrió en nuestros lugares en el transcurso de millones y millones de años. No nos preocupamos en conocer la flora y la fauna, las montañas, los ríos, los paisajes, las personas significativas que ahí vivieron, artistas, poetas, gobernantes, sabios e constructores.

Estamos, en gran parte, todavía en deuda con el espirito científico moderno que identifica la realidad con sus aspectos meramente materiales y mecanicistas, sin incluir en ella, la vida, la conciencia y la comunión íntima con las cosas que los poetas, músicos e artistas nos evocan en sus magníficas obras. El universo y la naturaleza poseen historia. Ella está siendo contada por las estrellas, por la Tierra, por el surgimiento y la elevación de las montañas, por los animales, por las florestas y por los ríos. Nuestra tarea es saber escuchar e interpretar los mensajes que ellos nos envían. Los pueblos nativos sabían captar cada movimiento de las nubes, el sentido de los vientos y sabían cuando llegaban trombas de agua. Chico Mendes, con quien participe de largas estadías en la floresta amazónica del Acre, sabía interpretar cada ruido de la selva, sabía leer señales de pasos de panteras en las hojas do suelo y, con el oído en el suelo, sabía la dirección en que iba la manada de peligrosos puercos salvajes. Nosotros desaprendimos todo eso. Con el recurso de las ciencias leemos la historia inscrita en las capas de cada ser. Pero, ese conocimiento no entró en los programas escolares ni se transformó en cultura general. Más bien, se convirtió en una técnica para dominar la naturaleza y simplemente acumular.

En el caso de las ciudades de sierra, es natural que haya lluvias torrenciales en el verano. Pueden ocurrir siempre desmoronamientos de laderas. Sabemos que ya se instaló el calentamiento global que convierte los eventos extremos más frecuentes y más densos. Conocemos los valles profundos y los riachuelos que corren. Pero, no escuchamos el mensaje que ellos nos envían, ejemplo: no construir casas en las laderas; no vivir cerca del rio y preservar celosamente la vegetación ribereña. El rio posee dos lechos: uno normal, menor, por el cual fluyen las aguas corrientes y otro, mayor, que da lugar y paso a las aguas de las lluvias torrenciales. En esta parte, no se puede construir y vivir.

Estamos pagando un alto precio por nuestra desobediencia y por la disminución de la floresta atlántica que equilibraba el periodo de las lluvias. Lo que se impone ahora es escuchar a la naturaleza y hacer obras preventivas que respeten el modo de ser de cada ladera, de cada valle y de cada rio.

Solo controlamos la naturaleza en la medida en que le obedecemos y sabemos escuchar sus mensajes y leer sus señales. Caso contrario tendremos que enfrentamos con tragedias fatales que se pueden evitar.

Fuente: http://www.leonardoboff.com/ (Traducción: Ivan Prado)

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